El punto de concentración, del grano de mostaza al infinito

El punto de concentración, del grano de mostaza al infinito

Posiblemente el punto de concentración sea el elemento más importante de cualquier iniciación y de hecho existen muchísimas menciones en la Biblia sobre la importancia de lo pequeño para conseguir lo grande.

Mateo 17:20… los discípulos, llegándose a Jesús en privado, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo? Y Él les dijo: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá, y se pasará”; y nada os será imposible…

Marcos 4:31 Es como un grano de mostaza, el cual, cuando se siembra en la tierra, aunque es más pequeño que todas las semillas que hay en la tierra, sin embargo, cuando es sembrado, crece y llega a ser más grande que todas las hortalizas y echa grandes ramas, tanto que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra…

Lucas 17:6 Y los apóstoles dijeron al Señor: ¡Auméntanos la fe! Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: “Desarráigate y plántate en el mar”. Y os obedecería.

En las técnicas de Dr. Lefebure Methods que buscan una expansión de la conciencia, el punto de concentración está siempre presente y tiene un papel destacado que comparte con el fosfeno, el balanceo, el ritmo y la mantralización, generando experiencias transformadoras de una profundidad consciente difícil de transmitir con palabras. Los ejercicios iniciáticos siempre deben ser extremadamente fisiológicos y se basan en ciertas leyes que rigen nuestro pensamiento, la pulsación por ejemplo, es un elemento crucial en los ritmos cósmicos y por ende en los del ser humano; desde el grano de mostaza al gran árbol existe un trayecto que se repite en un eterno retorno elástico y fluido, dos extremos, el manifestado y el potencial, el origen y el fin, de algún modo la analogía con la vigilia y el sueño así como con miles de ejemplos más del devenir de la vida y del cosmos mismo, es obvia, y tiene un punto medio que cabalga entre los dos mundos siendo en un instante solo uno, cómo diría Lao Tzu, Tao-te-king.: el Tao, dio origen a UNO. Uno dio origen a DOS. Dos dio origen a TRES. Tres dio origen a los diez mil seres. Los diez mil seres llevan el ying sobre sus espaldas y abrazan el yang.

Del grano de mostaza al infinito
El grano de mostaza y el punto de concentración, el gran ejercicio iniciático

Ese punto medio del adormecimiento vive con unas leyes que podemos evidenciar cuando hacemos un fosfeno, cuando manifestamos nuestra luz interior, una de ellas es la elasticidad, con una aparición progresiva de su luminosidad y una brusca desaparición, justo el mismo proceso que se manifiesta en el duermevela los pensamientos llegan a un punto álgido de intensidad para desvanecerse bruscamente, este es el ritmo característico del pensamiento en el adormecimiento. Si las leyes que rigen los fosfenos son las mismas que las que gobiernan los pensamientos esa dilatación extrapolada hacia el punto de concentración diminuto como una mota de polvo suspendida en un rayo de luz o como el grano de mostaza, debiera ser poderosa y de hecho lo es, y se ha utilizado en las más secretas de las iniciaciones.

Una vez alcanzada la concentración en un punto este explotará, llenará todo el espacio mental y después muy lentamente volverá sobre sí mismo.

Hay que trabajar por centrar la mente sobre un punto muy pequeño, debemos, imaginarlo un tiempo infinitamente corto, y después de un tiempo de reposo de varios segundos, volver al origen de la concentración hacia el punto que será lo más breve posible, así pues la verdadera concentración en un punto espacial y temporal es un centelleo, una pulsación elástica.

Recordemos una vez más, que todo ejercicio iniciático debe ser fisiológico, por ejemplo, muchos principiantes se esfuerzan el dirigir su atención hacia un punto inmóvil cuando por su naturaleza debe engendrar ritmos propios que pudieran parecer anárquicos pero que tienden a la espiral manifestando la percepción de la serpiente de la iniciación, kundalini; así la aceptación del dinamismo del punto de concentración de su fluidez y ritmo parecería estar lejos de los que siempre nos han enseñado, concéntrate y fija tu mente, en el mismo punto hay fluidez hay ritmo, claro que no deja de ser normal pues jamás hubiéramos por ejemplo, pensado en ir hacia lo pequeño para conseguir lo grande… la concentración hacia un punto abre las puestas al secreto de la supraconciencia.

El punto de concentración en el espacio y en el tiempo, es decir, en una superficie lo más pequeña posible y de una duración lo más breve posible, es la fuente de la que mana la verdadera fuerza oculta indefinible, pero a la que cada uno puede acceder fácilmente mediante la experiencia.

Indefinible porque no es posible encontrar el árbol en la semilla, está potencialmente, es su origen así como es el final de la semilla misma en un ciclo perpetuo elegante y elástico. Lo más pequeño nos lleva a lo más grande, la búsqueda directa de lo más grande y poderoso ha llevado siempre al fracaso a los discípulos más prometedores en sempiterna búsqueda de la iluminación, a pesar de las repetidas advertencias de los maestros sobre las inversiones: el más pobre  será el más rico, el último será el primero… Siempre ejercicios iniciáticos reptando silenciosos por lugares en los que los hombres nunca bajan la vista en su afán por mirar siempre al cielo, ese que vemos al revés al observar un rio calmo, todo al revés, inversiones tejiendo la vida…

El punto de concentración y el big bang
El punto de concentración: vibración rítmica

No soy muy dado a citar a Osho pero me parece más que acertado en este comentario: … y es un asunto muy delicado entender a Jesús; tienes que pasar a través de un gran entrenamiento. Es como entender la música clásica: si de pronto se te permite escuchar música clásica, sentirás: “¿Qué tontera es ésta?”. Es tan delicado que se requiere un entrenamiento largo. Tienes que ser un aprendiz por muchos, muchos años, sólo entonces tus oídos serán entrenados para captar lo sutil -y no hay nada como la música clásica. Entonces, la música ordinaria de todos los días, la música de películas, no es música en absoluto; es simple ruido, y además tonto.

Si que lo era, un asunto muy delicado de comprender, solo que ahora el trabajo de Dr. Lefebure Methods permite entender y aplicar con coherencia y reproductibilidad los ejercicios iniciáticos vinculados a la concentración hacia un punto de luz . En palabras del Dr. Lefebure:

Hasta ahora, esta transformación de la conciencia por la radiación involuntaria que surge alrededor del punto de concentración ha sido exclusiva de algunos, que se han valido de su intuición para obtenerla. Lo mismo que una estrella oscura se transforma súbitamente en sol cuando su masa, que crece a medida que en ella se aglomera materia, se transforma tanto que las presiones en su centro provocan explosiones atómicas, igualmente el punto de concentración, después de cierto tiempo de un crecimiento lento y progresivo debido al trabajo interior, pasa por metamorfosis grandiosas; entonces el alma está definitivamente iluminada.

Decíamos de un trayecto elástico y fluido, quizás sea importante señalar y no olvidar, que la materia dispersa por el espacio tiende a condensarse hacia un punto así se forman las estrellas para luego expandirse de nuevo por el cosmos mediante sus radiaciones; del grano de mostaza a cobijo de las aves. Concentrándonos en un pequeño punto luminoso y rítmico, el punto de concentración, mecido y acompañado del masaje cerebral producido por el balanceo y con la luz interior del fosfeno a la vez que con la repetición de un mantra, por ejemplo OM, cultivamos la explosión de nuestro yo, de nuestra personalidad material condensada en un punto, pesada y densa, hacia la conciencia plena.

Al igual que la copa de un árbol se refleja en lo más profundo del estanque, así el elemento menos material del ser, el yo, tiene su homólogo en lo más material, lo más denso, porque uno y otro tienden hacia lo infinitamente pequeño.

El punto de concentración es una de las cosas más simples que uno pueda imaginar y es él el que produce una de las experiencias más poderosas del espíritu, la explosión cognitiva y sutil que se produce es maravillosa. Cohabitando la raíz de las danzas sagradas, el balanceo, el ritmo que todo lo puede y llega a todas partes, la mantralización, y la activación de la glándula pineal mediante el fosfeno con el punto de concentración, se desencadenan transformaciones integrales del individuo que desarrolla una estructura mental y emocional más sólida en la tierra y alcanza a tocar el cielo…

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La homología entre el punto de concentración con las actuales teorías de inflación del universo es poderosa; investigando la tasa de expansión del universo  Alan Guth descubrió que la gran explosión o Big Bang se produjo debido a un comportamiento inverso al habitual de la gravedad, es decir, una gravedad repulsiva, que produjo una enorme expansión de un espacio diminuto en un tiempo infinitesimal, de hecho actualmente se postula que la inflación podría ser perpetua al ser imposible que cese en el mismo lugar del universo al mismo tiempo, lo que provocaría una especie de descargas de electricidad estática, obviamente a nivel cósmico, de la energía que darían lugar a nuevas explosiones de un diminuto lugar en una sucesión de infinitos Big Bangs, generando nuevas partículas de las que otra vez de un ínfimo espacio y tiempo aparecerían nuevos universos: recordemos la característica fundamental del ejercicio iniciático del punto de concentración: en una superficie lo más pequeña posible y de una duración lo más breve posible, es la fuente de la que mana la verdadera fuerza oculta indefinible… 


El modelo postulado por la teoría de las supercuerdas propone que todas las partículas no son puntos, son cuerdas en diversos estados vibracionales y dependiendo su oscilación manifiestan una partícula u otra, así el binomio punto-partícula desaparecería como tal para dejar paso a la pura vibración, al ritmo, de hecho nada nuevo, en tibetano tsal o chug o centelleos rápidos y continuos de energía que crean lo que nosotros entendemos como movimiento, es decir, según los maestros tibetanos nada se mueve, los objetos no son más que centelleos rítmicos de energía que crean una serie que se manifiesta como imperceptible para nosotros dándonos la apariencia de momentos, objetos, eventos, etc.  La teoría de las supercuerdas lleva implícita la existencia de múltiples dimensiones y es remarcable a mi entender, que cuando se realiza la concentración hacia un punto y éste explota, no tratamos de alimentar el vacío creado con las partículas irradiadas al infinito, si no que de forma espontánea el vacío se llena y son esos elementos los que de nuevo condensamos en un punto para luego explotar y así indefinidamente, la pregunta ¿de dónde vienen los elementos que llenan el vacío creado? Quizás pueda responderse con la teoría de las supercuerdas y sus dimensiones implícitas, de forma que la conciencia al concentrarse hacia un punto y una vez conseguido que éste explote, se encuentre con una oscilación vibracional que le muestre alguno de los otros lados…

¿Lo pequeño pues, engendra lo grande, el más pobre  será el más rico, el último será el primero? Si miramos un hilo de coser desde lejos nos va a parecer unidimensional pero si pudiéramos haciéndonos muy pequeños, posarnos sobre él  (el punto de concentración) se pondrá en evidencia lo que la matemática de la teoría de las cuerdas predice, una dimensión circular que sería una de muchas si continuáramos reduciendo nuestro tamaño hasta llegar a las cuerdas vibrando, es decir, en definitiva las formas de las dimensiones determinarían como vibran las cuerdas con patrones que generarían las partículas que conocemos.

Reducir nuestro tamaño no es ciencia ficción, los iniciados llevan milenios dirigiendo su conciencia hacia el diminuto espacio/temporal, el punto de concentración, así no es extraño que aparezcan nuevos universos conscientes…

Aunque después de todo te aconsejo que hagas como dice el Kalama Sutta:

No creáis en la fe de las tradiciones por más que se las honre desde hace muchas generaciones y en muchos lugares; no creáis en una cosa porque muchos hablan de ella; no creáis en la fe de los sabios de tiempos pretéritos; no creáis en los que habéis imaginado pensando que un Dios os lo ha inspirado. No creáis en nada fiándoos en la sola autoridad de vuestros maestros o sacerdotes. Luego de examinarlo, creed en lo que vos mismo habéis experimentado y reconocido por razonable, lo que se ajusta a vuestro bien y al de los otros.

Entonces, realizar el ejercicio de balanceo con el punto de concentración, el ritmo, el manta y el fosfeno, hará que no creas hará que sepas porqué habrás experimentado.

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