La danza de mirar al sol, fosfenos en una ceremonia de catarsis emocional
La fiesta solar está presente en todo el mundo y trasciende las culturas y los territorios, quizás entre las más conocidas estén las danzas solares de los indios americanos concretamente la danza de mirar al sol de los lakotas que son parte de la tribu sioux. Según la tribu la danza de mirar al sol toma características propias pero con el sol siempre como protagonista, tras el cual subyace la activación sutil que produce la luz interior creada cuando se mira fijamente un punto de luz, el fosfeno, que en este caso se utiliza como canal de luz para la comunicación con la fuerza del universo en un éxtasis de sacrificio y agradecimiento.
Los lakotas no distinguían entre los conceptos sobrenatural y natural, la naturaleza por ejemplo, era conceptualmente lo mismo que el hombre, en lo que sí hacían distinción era entre lo normal y habitual y lo extraordinario o inusual que llamaban wakan, y wakan tanka si se referían a lo que era realmente sagrado, atemporal, total e indiferenciado, la «fuerza del universo» que no el «gran espíritu» como se acabó identificando a wakan tanka por la influencia del cristianismo. Los chamanes, wicaŝa wakan, podían influir en el universo y comunicarse con los seres wakan, es decir, los espíritus. Los lakotas identificaban wakan tanka con el sol, el poder máximo, por ello celebraban la ceremonia de wi wamyag wacipi la danza de mirar al sol. Otro ejemplo de la enorme influencia solar entre los indios americanos son los papago, que extienden las manos hacia el sol para luego posarlas es sus pechos y así alimentarse de su energía.
La ceremonia de la danza de mirar al sol duraba cuatro días. En un espacio circular los hombres pintados evocando con sus colores el sol y sus momentos, durante el día e incluso la noche, giraban alrededor de un poste central, poste solar fálico, donde se depositaban las ofrendas. En el lado oeste se situaba un pequeño altar donde se colocaban las pipas de los danzantes junto al cráneo de un bisonte. La danza la realizaban los lakotas que habían prometido su entrega y sacrificio si recibían ayuda de wakan tanka.
En verano, en total ayuno incluso de líquidos, los danzantes giraban saludando al sol al ritmo de los tambores y de los canticos en su honor, tras cada himno se producía una pequeña interrupción, los danzantes ofrecían sus pipas a los cantantes. A las condiciones extenuantes se sumaba el hecho de que durante la ceremonia los danzantes soplaban por una flauta hecha de huesos de águila, animal solar por excelencia. En ese ambiente denso y tórrido transcurría la ceremonia hipnótica de homenaje al sol y de renovación, mirándolo fijamente, la danza de mirar al sol, danzaban de puntillas o clavando los talones, derramando sangre para la renovación de la vida mediante azotes.
El cuarto día el chamán practicaba dos cortes paralelos encima de las tetillas de los danzantes, por los que introducía un pasador de madera que anudaba a una cuerda sujeta del poste central; los danzantes se acercaban al poste para rezar y luego se alejaban tensando la cuerda y por consiguiente la piel del pecho, esto se realizaba tres veces, en la cuarta ocasión, al retroceder tras haber rezado junto al poste se dejaban caer hacia atrás con toda su fuerza para liberarse del poste desgarrándose la piel. La danza de mirar al sol acababa cuando el último danzante se liberaba.
El etnólogo Wade Davis escribe que la danza de mirar al sol era con mucho el acontecimiento religioso más significativo de sus vidas. Era una celebración de la guerra, un tiempo de renovación espiritual, un momento, en que toda la tribu participaba de la divinidad del sol. Clyde Holler dice que asistir a la danza del sol es sentir el poder, acercarse al éxtasis religioso, experimentar por uno mismo la esencia de una religiosidad basada en el poder. La danza del sol barre con toda posible duda acerca de la existencia del poder sagrado en una arrasadora catarsis emocional.
Según Joseph Brown constantemente se repetía ¡Oh wakan tanka, ten misericordia de mí, para que mi pueblo viva! Por eso me estoy sacrificando.
El gobierno de los EE.UU prohibió la danza de mirar al sol en 1881 muy presionado por los misioneros cristianos, pero se continuó realizando de forma clandestina aunque perdiendo cada vez más fuerza e interés para más tarde caer en el olvido, hasta que en la década de los setenta el American Indian Movement logró integrarla como una ceremonia de identidad para preservar su herencia cultural. Actualmente en las danzas del sol se sustituye la catarsis física por el peyote que se asimila a la encarnación del sol.
En Dr. Lefebure Methods sabemos convertir la energía de la luz en energía cerebral, poder cognitivo y consciencia sutil.