Pandemias y actividad solar

Pandemias y actividad solar podrían relacionarse estrechamente. El Sol se encuentra actualmente en un período de baja actividad. La irradiancia solar es la fuente principal del sistema climático de la Tierra. Por lo tanto, aunque sea una obviedad, las variaciones solares pueden contribuir a los cambios climáticos. Víctor Manuel Velasco Herrera, es investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Autónoma de México. El Dr. Velasco relaciona la baja actividad solar actual con las sequías y el aumento de los incendios forestales. En la misma línea, vincula la actividad solar con la aparición de grandes pandemias y hambrunas. Ciertamente, cuando el Sol disminuye su activad, las plantas son las primeras en acusar la variación en la irradiancia, posteriormente los humanos y el resto de especies.

Nos alimentamos de luz somos, literalmente, comedores de luz, es decir, los alimentos almacenan fotones. Es más, la calidad de un alimento esta en relación directa con su capacidad de transmitir energía. En otras palabras, armonía y coherencia al campo electromagnético de nuestro cuerpo. Cuando un alimento pierde su capacidad de generar fotones también deja de ofrecernos orden. Fundamentalmente, antes que carnívoros o herbívoros somos absorbedores de luz.

Actividad solar y pandemias. NSO, NSF, AURA, Inouye Solar Telescope

La fotosíntesis convierte la materia inorgánica en orgánica mediante la energía de la luz. La energía luminosa se transforma en energía química que atrapa el adenosín trifosfato, ATP. Posteriormente, el ATP la utiliza para sintetizar moléculas orgánicas más estables. El agua y el dióxido de carbono se combinan en la planta gracias a la influencia de la luz solar y forman azúcares. Cuando ingerimos alimentos, las moléculas de azúcar se separan nuevamente formando agua y dióxido de carbono.  Consecuentemente, la energía de la luz, una onda electromagnética, permanece en el organismo.

Irradiancia, ondas electromagnéticas y comunicación celular

La irradiancia solar ­– IST –, es una medida de magnitud que describe la relación entre la potencia y la superficie afectada por cualquier radiación electromagnética. La IST mide la energía solar en todas las longitudes de onda por el área de incidencia en la atmósfera de la Tierra.

Fritz-Albert Popp descubrió que el ADN emitía un rango de frecuencias que estaban relacionadas con funciones concretas del organismo. Además, el mismo ADN reaccionaba a ciertos productos químicos emitiendo luz al desplegarse tras entrar en contacto con ellos.  Incluso, relacionó el hecho de que, a más cantidad de producto, la cadena de nucleótidos, emitía más luz al desenrollarse.

El siguiente paso era lógico, es decir, postular que el ADN podía ser una de las principales fuentes de almacenaje y emisión de biofotones. Según Popp, el ADN funciona como un láser compuesto por dímeros excitados recogiendo fotones y emitiéndolos como luz coherente. Los estados de luz coherentes se originarían en el ADN como producto de las interacciones entre las ondas electromagnéticas y las oscilaciones mecánicas fundamentales. Dichas interrelaciones se producirían en la estructura molecular del ADN, entre fotones y fonones.

Un fonón es un estado cuantizado vibratorio que se encuentra en redes cristalinas como la red atómica de un sólido. A diferencia de un fotón, un fonón es un objeto cuántico macroscópico que puede estar formado por millones de átomos, pues es una cuasipartícula. Es decir, una única partícula que se mueve dentro de un sistema.  Por consiguiente, rodeada por una nube de otras partículas que se ven arrastradas por su movimiento. Por lo tanto, el conjunto evoluciona como un todo.

Todo ello llevaría a postular que el ADN funcionaría como un diapasón, vibrando en resonancia con un campo de ondas electromagnéticas en un fenómeno sinérgico cooperativo.

Campo informativo, luz solar y pandemias

El cuerpo humano está compuesto aproximadamente por unas 220.000.000.000 células. Una precisa y sincrónica inteligencia debe mantener un fino orden y un equilibrio continuo. Aunque, el humanismo biologista o genetista, reduce al hombre a la lógica de los genes. Es más, como dice Dawkins en The Selfish Gene, a la lógica del «gen egoísta».

Sin embargo, parecería lógico postular la posibilidad de la existencia de un campo informativo. Es decir, un campo que regulara la orquestación perfecta que el desarrollo de la vida requiere. Lo contrarío sería como pensar que las cosas que suceden en nuestro televisor realmente pasan en su interior. Incluso, como diría Sheldrake, que transportar todo el material necesario al lugar de una obra fuera suficiente para explicar la estructura del edificio.

 Campo de información entre la luz solar y la vida en la Tierra.
Campo de información entre la luz solar y la vida en la Tierra

Para que se produzca una reacción química es necesario, al menos, un fotón. Debido a que, en los componentes de la misma, uno de ellos como mínimo, debe ser excitado por ondas electromagnéticas. La relación entre el aumento de temperatura se asocia con la velocidad de las reacciones químicas. Obviamente el movimiento cinético de las partículas es capital. Sin embargo, a la vez hay un aumento significativo de fotones, lo que podría explicar la velocidad en el número de reacciones.

Es decir, inferir que la influencia de la radiación electromagnética solar es clave para la comunicación celular es razonable. Por consiguiente, sería lógico convenir que la actividad solar podría estar relacionada con la salud y la enfermedad. Por ende, con las pandemias, y los procesos biológicos, físicos o culturales.

Actividad solar y brotes pandémicos

En la Universidad Autónoma de México, los pronósticos sobre la actividad solar se han realizado mediante inteligencia artificial. Se ha observado una correlación directa entre pandemias históricas y la baja actividad solar. Por ejemplo, el primer brote de la peste bubónica se produjo en el siglo VI. Se saldó con la muerte de unos 50 millones de personas, aproximadamente el 25% de la población. El brote coincidió con un mínimo de la actividad solar denominado, el “mínimo medieval”. Igualmente, el llamado “mínimo de Wolf” coincidió con otro brote pandémico de peste negra en el año 1347. Puede que el más devastador de la historia, se estima que mató entre 70 y 200 millones de personas. Es decir, entre el 30 y el 60% de la población mundial.

Asimismo, durante el “mínimo de Sporer” la viruela arrasó México y Perú, coincidiendo con la llegada de los españoles. La llamada pequeña edad de hielo se produjo entre el entre 1550 y 1850.  

Se registraron tres mínimos: uno en 1650, otro en 1770 y el último en 1850. Fue el período más frío en, al menos, los últimos 8.000 años. El “mínimo de Maunder” transcurrió entre 1645 y 1715. Durante el “mínimo de Maunder” se produjeron tres brotes de peste bubónica muy virulentos. Además, las cosechas fueron nefastas lo que se tradujo en desnutrición, sublevaciones y revoluciones.

Entre 1790 y 1820 apareció el “mínimo de Dalton”. También un periodo con muy pocas manchas solares. Hubo varios brotes de cólera entre 1816 a 1823 coincidiendo con elmínimo de Dalton”. En el penúltimo período de baja actividad solar destacan tres pandemias, la gripe española, 1918 y 1919, la gripe asiática entre 1958 y 1959 y la gripe de Hong Kong de 1968 a 1969.

Déficit solar en el siglo XXI

El siguiente gráfico representa la actividad del Sol. Si las barras están por encima del cero significa que hay mucha energía. En la misma línea, si son negativas hay poca actividad solar.

Déficit solar y
Déficit solar en el siglo XXI

Podemos apreciar que a partir del año 2000 comienza una etapa de muy baja actividad solar que se prolongará casi todo el siglo XXI. El primer gráfico corresponde a las observaciones de la NASA. El segundo son datos de la Unión Europea. Los modelos con los que trabaja el Dr. Víctor Manuel Velasco Herrera tienen una fiabilidad de un 90 %. Cuando tenemos mucha energía del Sol se produce un gran desarrollo en sectores como el de la salud, el alimentario, el energético, el artístico, etcétera. Por otro lado, del Dr. Velasco comenta que durante veinte años ha intentado ponerse en contacto con distintos presidentes mexicanos con el objetivo de adelantarse al futuro. Obvia y tristemente con resultados negativos.

Sin embargo, Rusia lleva veinte años preparándose para esta situación de déficit. Es más, desde 2010 la FAO aconseja a los países con déficit productor de maíz que sean autosuficientes. En otras palabras, aunque un país tenga dinero no va a tener a quien comprar alimento.

Manchas solares y pandemias
Predicción y pronóstico de los ciclos de las manchas solares

En los modelos poco conocidos, pero también muy relevantes, de periodicidad solar de 5.5 años se observan interesantes proyecciones. Los datos parten de programas realizados con inteligencia artificial. Aproximadamente, hasta el año 2060 sufriremos un déficit de energía solar. Los más afectados serán los países por encima de los 30 grados de latitud Norte y Sur. Es decir, los países que por lo regular tienen nieve en invierno. De todos modos, ya llevamos 20 años con una menor actividad solar.

Pandemias de gripe y patrones de actividad solar

Sin embargo, hay mucho más todavía, como, por ejemplo, la relación entre las pandemias de gripe y la actividad solar. En los últimos 300 años el Dr. Velasco ha encontrado patrones cíclicos que correlacionan las pandemias de gripe y la irradiancia solar.

Gripe y actividad solar
Pandemias y actividad solar. La gripe los patrones de la actividad solar

Las barritas negras indican los casos reportados de gripe. Los periodos son los típicos de la actividad solar, es decir, de 11, 22, 60 y 120 años. Sin embargo, se añaden modelos de 3 y 7 años relacionados con los ciclos de mutación de los virus. El patrón más destacable es el de 11 años, quizás el más característico de la actividad solar. Para resumir y sorprendentemente, cada 11 años se producen casos de pandemias de gripe. Es destacable que, según el trabajo del Dr. Velasco, las concordancias se dan en los máximos de energía solar.

Asimismo, con programas de inteligencia artificial Velasco realiza una proyección de las posibles pandemias de gripe. En conclusión, del 2020 al 2022 puede coincidir la pandemia del COVID-19 con una pandemia de gripe A.

Inteligencia artificial: proyecciones de pandemias y actividad solar
Gráfico de la relación estadística entre pandemias y máxima actividad solar. Ciclos solares de 11 años y pandemias de gripe A

Manchas solares y pandemias de gripe

Los registros históricos sobre las pandemias tienen diferentes criterios y dispares grados de detalle. Por lo tanto, hay que ser muy cuidadosos a la hora de establecer patrones. Por ejemplo, R. Ing, en Solar Activity and influenza, cita siete pandemias de influenza entre los siglos XVIII y XIX. Sus datos están basados en las investigaciones de J.R. Mote autor de Human and Swine Influenzas. Sin embargo, a partir de los datos completos de Mote pueden extrapolarse hasta dieciséis pandemias en ese periodo de tiempo.

Asimismo, según W.I.B. Beveridge, autor de Influenza, Thes Last Great Plague, fueron siete las pandemias de gripe importantes durante los siglos XVIII y XIX. Tomando como referencia los estudios de J.R. Mote y las investigaciones de W.I.B. Beveridge, se infiere que el mayor número de pandemias de gripe se produjo coincidiendo con un menor número de manchas solares. Es decir, ocurrieron más que durante los años con mayor número de las manchas solares.

Pandemias y actividad solar: manchas solares y pandemias de gripe
La actividad solar y las pandemias de influenza

R. Ing conjetura que la alta actividad de las manchas solares puede afectar a las pandemias de gripe, debido a que luz ultravioleta incidente en la superficie de la tierra aumenta por una mayor actividad solar. Consecuentemente, se podría acelerar la tasa de mutación del virus de la gripe. Sin embargo, esta especulación no puede explicar las pandemias de gripe ocurridas en años de bajo número de manchas solares. En resumen, habría que ser muy cuidadosos. Aunque la correlación existente entre actividad solar y pandemias es clara, no lo es tanto en qué consiste. Parece que la actividad solar es un elemento importante en la aparición de pandemias. Sin embargo, quizás tengamos que buscar el factor dominante en los rayos cósmicos.

Pandemias de gripe y rayos cósmicos

El 28 de febrero de 1942, el siete de marzo de 1942, el 25 de julio de 1946, el 19 de noviembre de 1949 y el 23 de febrero de 1956, se detectaron el mayor número de rayos cósmicos solares del siglo XX. Según la investigación de V.M. Zhdanovet, existe una correlación directa entre las apariciones de las pandemias y las altas emisiones de rayos cósmicos. Todas estas extraordinarias emisiones de núcleos atómicos muy energéticos entrando en la atmósfera de la Tierra, ocurrieron aproximadamente un año antes de las pandemias de influenza.

Probablemente, esta sea la razón por la que las pandemias de gripe en ocasiones suceden en los años de pocas manchas solares. Es decir, los años de bajo número de manchas solares fueron de alta intensidad ultravioleta incidente en la superficie de la tierra. Es posible que, debido al deterioro de la capa de ozono al incidir los rayos cósmicos en la atmósfera, y por consiguiente al aumento de la cantidad de luz ultravioleta que llega a la superficie de la tierra. Esto desmontaría la especulación de R. Ing, además, es una línea de investigación coherente y prometedora.

Una baja actividad solar produce un debilitamiento del campo magnético del Sol. Por consiguiente, del viento solar. Como resultado, la magnetosfera de la Tierra se debilita. Por lo tanto, aumentan los rayos cósmicos que penetran en nuestra atmósfera.

Rayos cósmicos y su influencia en las pandemias y actividad solar
Emisiones de núcleos atómicos muy energéticos entrando en la atmósfera de la Tierra,

En 2020, el Sol ha estado sin manchas solares el 76% del tiempo. Ese porcentaje solo se ha superado una vez según los registros de la época moderna. En 2019, el Sol estuvo sin manchas solares el 77% del tiempo.

A mayor actividad solar menor incidencia de rayos cósmicos

En el gráfico superior podemos observar la actividad solar. En contraposición vemos la correlación negativa con el flujo de rayos cósmicos representados por los valores de neutrones que inciden en la Tierra. Es decir, a mayor actividad solar menor incidencia de rayos cósmicos.

Rayos cósmicos, pandemias y actividad solar

Heliosfera y magnetosfera

Cuando se producen un gran número de manchas solares la actividad del Sol es máxima. Por lo tanto, el viento solar y el campo magnético solar son mayores. Como consecuencia, también lo es la magnetosfera terrestre. Es decir, el campo magnético de la Tierra actúa como un escudo que bloquea los rayos cósmicos.

Cuando los rayos cósmicos penetran en la atmósfera, provocan una desintegración molecular que genera una proliferación de partículas subatómicas. Después de eso se produce una incesante creación de iones atmosféricos. Entonces aparece una condensación del vapor de agua y la consiguiente formación de nubes. Por consiguiente, cuantas más nubes menos radiación solar, por lo tanto, más frío será el clima. Además, se producirán más precipitaciones y la nieve y el hielo reflejarán la radiación del Sol. En resumen, una baja actividad solar provoca un debilitamiento de la magnetosfera. Es decir, los rayos cósmicos penetran en la atmósfera y la litosfera de la Tierra.

Sin embargo, cuando hablamos de rayos cósmicos no nos referimos únicamente a los producidos por el Sol. Existen otros eventos que los provocan o aceleran, por ejemplo, las supernovas. Por lo tanto, deberíamos referirnos a los rayos cósmicos como intergalácticos.

Es muy interesante el trabajo de Yu Zhen-Dong, Using the Information of Cosmic Rays to Predict Influenza Epidemic. Sus investigaciones, curiosamente realizadas en el Hubei Research Institute of Environmental Protection, de Wuhan, en China, establecen una relación entre las pandemias de gripe y el aumento de la actividad de los rayos cósmicos. Además, muestran una correlación muy directa entre las explosiones de estrellas hipermasivas y las pandemias.

Novas y su relación con las pandemias y actividad solar
Rayos cósmicos producidos por estrellas hipermasivas y su relación con las pandemias

Clima y ciclos solares

En los máximos solares el clima es más benigno y estable. Por ejemplo, entre 1940 y el año 2000 se registraron más de 100 manchas solares.

Durante el “mínimo de Maunder” la irradiancia solar ­– IST – fue de 1.363,5 w/m3. Sin embargo, en el año 2.000, fue de 1.366,5 w/m3. Es decir, la diferencia entre el final de un periodo cálido, y el clima más severo de los últimos 8.000 años es únicamente de un 0,3%.  Parece pues que no deberíamos dar por descontada, al menos de entrada, la relación directamente proporcional entre un Sol más activo, por consiguiente, más irradiancia solar total – IST – y un aumento de temperatura en la Tierra, y viceversa.

Por lo tanto, lo determinante podría no ser la energía liberada por el Sol, obviamente lo es y mucho, pero el elemento crucial sería cuánta de esta energía bloquean las nubes. Es más, cuánta llega a la superficie de la Tierra y qué cantidad rebota al espacio debido a la nieve y el hielo por el efecto espejo.

En un máximo de actividad solar, tendremos menos rayos cósmicos. Por consiguiente, menos nubes y mas sol, es decir, más vapor de agua en la atmósfera. Por lo tanto, el calentamiento global se verá favorecido por el efecto invernadero que produce el vapor de agua. Además, las diferencias entre temperaturas diurnas y nocturnas se traducen en una mayor formación de rocío.

Es decir, condiciones muy beneficiosas para los cultivos. Y viceversa, durante un mínimo de actividad solar, mayor número de rayos cósmicos. Consecuentemente, las partículas de alta energía se comportan como elementos de condensación debido a la ionización que producen, generando la formación de nubes de bajo nivel. En resumen, tormentas e inundaciones, un clima errático y un enfriamiento del planeta.

Sequías e incendios

Sin embargo, paradójicamente los mínimos solares son más secos. Parece que es debido a la perturbación de unas corrientes de aire concentradas a lo largo de un eje horizontal entre la troposfera y la estratosfera de la Tierra. Se las denomina corrientes de chorro y discurren a lo largo de miles de kilómetros. También aumenta el clima extremo, con olas de calor que provocan sequías e incendios forestales. Precisamente el Doctor Velasco ha establecido una interesantísima correlación entre los ciclos solares y los incendios forestales de los últimos 30 años ocurridos en los EEUU, Using Machine Learning to understand and predict North American wildfire variability.

Víctor Manuel Velasco Herrera entrevistados por Alfredo Jalife. Sequías e incendios, pandemias y actividad solar

Junyan Sun y Yu Liu, de la Academia China de Ciencias, Xi’an, China, correlacionó la actividad solar con el clima. La investigación se realizó con los anillos de árboles milenarios de las montañas Qilian, situadas en la parte noreste de la meseta tibetana. El estudio constató una sequía especialmente remarcable que coincide con el “mínimo de Spörer”. Del mismo modo se relacionaron el “mínimo de Oort”, el “mínimo de Wolf”, el “mínimo de Maunder” y el “mínimo de Dalton” con años se sequía. Por lo tanto, la correlación entre la dendrocronología y el clima, y, por consiguiente, entre este y la actividad solar, y por ende entre esta y las pandemias, es más que evidente.

Dendrocronología pandemias y ciclos solares

La dendrocronología es la ciencia que estudia el crecimiento de plantas y árboles para su datación. Es decir, los patrones de crecimiento de los anillos de los árboles permiten obtener informaciones espaciales y temporales. En otras palabras, los procesos biológicos, físicos o culturales se reflejan en los anillos de crecimiento anual.

En los árboles podemos encontrar la cantidad de carbono 14 que absorben; el carbono 14 se produce cuando los rayos cósmicos entran en el campo magnético terrestre. Por ejemplo, cualquier datación se basa en el cambio producido entre la proporción de carbono 14 y 12. Es decir, según la relación entre 14C y 12C podemos valorar la actividad solar estudiando el árbol. En otras palabras, si el Sol muestra una actividad elevada, en la relación 14C – 12C, encontraremos más 12C, al no “fijarse” apenas 14C. Y, al contrario, si la actividad solar es baja, nuestro campo magnético no tendrá fuerza para repeler los rayos cósmicos.

Como consecuencia, los rayos cósmicos impactarán en la atmósfera y se formará mucho 14C. La intensidad de los rayos cósmicos en la superficie de la Tierra disminuye durante la máxima actividad de las manchas solares. En contrapartida, se eleva durante el mínimo de manchas solares. Durante el “mínimo de Maunder” entre 1645 y 1715 las manchas solares prácticamente desaparecieron. Es más, casi no se registraron auroras boreales. Ciertamente, consecuencia directa de la actividad solar. Como resultado, se registro una muy destacable absorción de 14C medida en árboles centenarios y milenarios, por lo tanto, un debilitamiento en la actividad solar. Junto con el mínimo de Spörer, el “mínimo de Maunder” es el registro con mayor cantidad de 14C.

Influencia del sol en los comportamientos humanos, Alexander Leonidovich Chizhevsky

Sin lugar a dudas el trabajo del Dr. Velasco es apasionante, de una gran profundidad y calidad. Se da por descontado su reconocido prestigio como investigador de primera línea. Sin embargo, vale la pena recordar a los precursores de la investigación sobre la influencia solar en el comportamiento humano.

Mención especial merece Alexander Leonidovich Chizhevsky (1987-1964), su trabajo relacionando la influencia del sol en los comportamientos humanos, Factores físicos del proceso histórico, le costó una larga estancia en un Gulag, concretamente ocho años, por conspiración antisoviética, lo que obviamente no sucedió. Chizhevsky escribió: me apodaron no solo “adorador del sol”, también oscurantista. Además, fue el primero en estudiar los efectos de la ionización del aire sobre todo tipo de vida en la tierra, lo que despertó el interés del famoso físico y académico ruso Peter P. Lazarev (1878-1942) trabajando incluso en el Instituto de Investigación Biofísica que Lazarev dirigía. Chizhevsky es el fundador de la heliobiología y el término clima cósmico fue sugerido por él.

En 1915, Chizhevsky, siendo todavía un estudiante, ya correlacionó la actividad solar con los fenómenos biológicos, sociales e históricos de la Tierra.

Chizhevsky investigó una cantidad masiva de datos sobre epidemias y pandemias. Como resultado, postuló la relación directa entre la actividad solar y la aparición de las mismas. Es más, la correlación entre las pandemias y el Sol seguía un patrón de 11 años. Chizhevsky observó que muchas pandemias y epidemias se producían de forma simultanea. Es decir, en lugares alejados entre sí. Del mismo modo, desaparecían sin ninguna intervención pues no existían entonces ni recursos ni conocimientos para actuar sobre ellas.

Variaciones de los ciclos solares y biosfera

Desde 1922 a 1924, Chizhevsky fue consultor de Instituto de Física Biológica del Ministerio de Salud y en 1923 trabajó en el Laboratorio Zoológico de Vladimir Durov que estaba interesado en experimentos sobre la influencia de los iones de aire en el comportamiento animal y humano.

Chizhevsky atrajo la atención internacional por los problemas de la ionización del aire y la biología espacial. En 1929, fue invitado a dar una conferencia sobre biofísica en la Universidad de Columbia en Nueva York.

Muchos años después los científicos del Instituto de Investigación Espacial de la Academia Rusa de las Ciencias, fueron pioneros en el estudio del efecto del clima espacial sobre los astronautas. Entre otras muchas consecuencias, constataron las producidas por los campos magnéticos en los microorganismos humanos a través de la variación que ejercen sobre la síntesis proteica de las bacterias. Descubrieron también, que los micronutrientes que necesitan las plantas para su crecimiento se ven afectados por los campos magnéticos. Del mismo modo, las algas unicelulares responden inmediatamente a las variaciones de los ciclos solares.

De hecho, la Tierra no deja de ser un gran imán alrededor del cual se extiende su campo magnético. Por lo tanto, cualquier cambio por mínimo que sea, por ejemplo, en la actividad solar, en la rotación planetaria o en la geología de nuestro planeta, influye de forma determinante en la fuerza del campo geomagnético de la Tierra. Entonces, es claro que las tormentas espaciales ejercen mediante la energía del viento solar, los rayos cósmicos, etcétera, fluctuaciones en las partículas del campo magnético de la Tierra y debido a ello, modificaciones en la vida de los seres que la habitan.

Giorgio Piccardi y los fenómenos fluctuantes

Giorgio Piccardi fue un físico y químico conocido por sus investigaciones sobre los llamados fenómenos fluctuantes. Evitar la formación de depósitos de cal en tuberías y calderas de vapor fue el comienzo de sus estudios. Las sales que progresivamente se concentraban conforme el agua evaporaba, estropeaban las calderas. En aquella época, hablamos de después de la Segunda Guerra Mundial, se utilizaba intercambiadores de iones. Es decir, se convertían el calcio en sodio soluble. También, se utilizaban imanes que provocaban la precipitación de las sales de calcio en aragonito, que queda en suspensión. Al contrario que la calcita que se adhiere al metal.

Curiosamente, en el caso de los imanes, dejaban de funcionar al parecer de forma aleatoria. Es más, sucedía en toda Italia y con independencia del tipo de agua utilizada. Parece que ese fue el detonante del inicio del meticuloso trabajo de Piccardi. Se realizaron miles de ensayos en diversos lugares del mundo a diversas horas. Además, en todas las condiciones posibles, geográficas y climatológicas.

Giorgio Piccardi utilizó reacciones químicas de hidratación. Es decir, se añade agua a una sustancia insaturada. Piccardi se apoyó especialmente en el proceso de polimeración del oxicloruro de bismuto, BiOCl. resultante de agregar agua a una solución concentrada de cloruro de bismuto, BiCl3. La idea era comprender qué estaba influyendo en las precipitaciones para que, en todo tiempo y lugar no fueran idénticas.

Piccardi identificó diversos tipos de fluctuaciones, las diarias debidas a factores climáticos y a campos electromagnéticos. Las mensuales relacionadas con el Sol, concretamente con el número y tamaño de las manchas solares. También las fluctuaciones de once años, relacionadas con los ciclos solares.

Velocidad de la Tierra en relación al centro de la galaxia

El científico italiano también correlacionó las fluctuaciones seculares con el movimiento helicoidal de la Tierra con respecto a la galaxia. Piccardi podía anular la influencia de la actividad solar mediante unas pantallas de cobre. Sin embargo, a mediados de marzo, se producía incluso con aquellas blindando las muestras.

Precisamente en la segunda mitad del mes de marzo la Tierra se dirige a la máxima velocidad, en dirección al centro de nuestra Galaxia. Concretamente a 45 kilómetros por segundo, Es decir, esta influencia, cósmica, sobre los ensayos químicos de Piccardi era mucho más acusada que la producida por la actividad solar.

Noosfera

Otro biofísico ruso, Vladimir Ivánovich Verndasky (1863-1945), estableció una relación directa entre el Sol y la biosfera. En su libro La biosfera (1926), propone considerar la vida como una fuerza geológica moduladora de la tierra. Ramón Margalef, conocido ecólogo catalán, dice de La biosfera: plantea por primera vez la posibilidad de una visión planetaria que, naturalmente, pide un punto de vista más funcional que descriptivo. Es el punto de vista que tiende a coincidir con el que informan numerosas organizaciones y proyectos internacionales que ahora se preocupan y ocupan del llamado cambio global…

Además, Verndasky construyó los fundamentos de la teoría sobre la noosfera. El término procede del griego noos, inteligencia, y esfera. Actualmente se utiliza el concepto noosfera como recurso para cualquier disparate esotérico. Sin embargo, en su origen para Verndasky la noosfera fue la consecuencia lógica de un nuevo estadio de desarrollo de la biosfera potenciada por la enorme fuerza geológica en la que la humanidad de ha convertido.

La materia abarcada por el hombre — escribió Vernadsky — durante su multiplicación y vida entra como parte en el trabajo general geoquímico de los organismos vivos. A ella le son aplicables todas aquellas regularidades encontradas para las otras materias vivas homogéneas, vegetales o animales. Aunque quizás resulte incluso más explicita esta reflexión: en la historia geológica de la biosfera se abre un inmenso futuro ante el hombre si él entiende esto y no utiliza su razón y su trabajo para su autoeliminación. Seis meses después de que Verndasky muriera Hiroshima y Nagasaki entraron en la historia de la humanidad…

Vitamina D, pandemias y actividad solar, gripe y COVID-19

La vitamina D es fundamental para la salud. La mayor cantidad de vitamina D se obtiene de la luz solar. Existen dos formas vitamina D en el cuerpo humano, el ergocalciferol – D2– y el colecalciferol ­–D3–. Las plantas sintetizan la vitamina D2, los seres humanos la D3 a través de los rayos ultravioletas B (UVB) del Sol.

Es decir, la piel produce vitamina D cuando se expone directamente a la luz solar. Como consecuencia de ello, la baja actividad solar conlleva un descenso en los niveles de vitamina D de la población mundial. La suplementación con vitamina D tiene efectos antiinfecciosos, inmunomoduladores y antiinflamatorios. Además, desarrolla la inmunidad innata y la adaptativa.

Principalmente la función biológica de la vitamina D consiste en mantener niveles óptimos de calcio y fósforo. Parece que, incluso, la vitamina D protegería contra la hipertensión, el cáncer y las enfermedades autoinmunes.

Receptores de vitamina D en organismos primitivos

Los receptores de la vitamina D ya existían en organismos muy primitivos, incluso carentes de sistemas osteoarticulares, cardiovasculares, y respiratorios. Por lo tanto, parecería que su función principal era la de formar parte del sistema de defensa del organismo. Probablemente como reguladora de procesos inflamatorios e inmunológicos.

En resumen, la vitamina del sol, ayudaría a combatir el COVID-19 de forma más efectiva, reduciendo las posibilidades de hospitalización. Grant W.B., Lahore H., McDonnell S.L., Baggerly C.A., French C.B., y Aliano J.L. exponen esa posibilidad en: Vitamin D supplementation could prevent and treat influenza, coronavirus, and pneumonia infections.

La Universidad israelí Bar Ilán, ha llevado a cabo un gran estudio sobre 782 pacientes positivos en coronavirus y 7.025 negativos. Los resultados se publicaron en FEBS Journal ­–revista científica especializada en bioquímica, biología molecular y celular, así como en las bases moleculares de las enfermedades– concluyendo que bajos niveles de vitamina D es un factor, en sí mismo, de riesgo. En otras palabras, el déficit en sangre de vitamina D no inhibe la posibilidad de infección, pero sí aumenta la capacidad del cuerpo para combatirla.

Parecería claro que muchos estudios científicos abalan la eficacia inmunológica y antiinflamatoria de la mal llamada vitamina D, pues desde 1970 se estableció su clasificación como hormona. De ello se puede concluir la relación directa entre salud y ciclos solares, que parecería más que evidente.

El Dr. Velasco en la entrevista realizada por Alfredo Jalife hace referencia explícita a este punto: A principios del siglo XX comenzamos una época de baja actividad solar que se va a prolongar todo el siglo XXI, tenemos prácticamente 20 años en los que la población tiene menos vitamina D. Por lo tanto, una salud mundial muy baja…

Conclusiones sobre pandemias y actividad solar

Los ciclos solares de aproximadamente 11 años de duración empezaron a registrase a partir de 1755. Por consiguiente, estamos finalizando el ciclo solar 24. Parece que es el mínimo saliente de menor amplitud de los últimos 100 años. En cualquier caso, el ciclo 25 implica que de forma gradual la actividad solar comenzará a aumentar progresivamente. Además, habría que tener en cuenta los ciclos de 5,5 años característicos de la aparición de las tormentas geomagnéticas. Este ciclo 25, que alcanzará su máximo en 2025, será un ciclo promedio bajo inmerso en un ciclo más amplio de mínima actividad solar que se prolongará casi hasta final de siglo.

Durante los últimos años la relación entre la máxima actividad solar y las pandemias parece clara. Sin embargo, la pandemia actual esta sucediendo durante un mínimo de dicha actividad. Como consecuencia y siguiendo los modelos del Dr. Velasco, la posibilidad de coincidencia de la actual pandemia de COVID-19 con otra de gripe A es muy alta.

Hasta el año 2060 viviremos con un déficit de energía solar muy importante. Históricamente son épocas de penurias sociales, culturales y económicas. Como resultado de estos datos incontestables, tenemos la posibilidad de actuar con inteligencia. Es decir, conjugar las bases de datos más inteligencia natural y artificial ayudaría a la predicción de fenómenos devastadores. Consecuentemente a poder minimizar sus efectos.

La tendencia es una caída hacia un mínimo solar, la magnetosfera de la Tierra se está debilitando por consiguiente los rayos cósmicos entrantes están aumentando.

Reflexiones

Pongamos un ejemplo de las limitaciones antropocéntricas a las que sempiternamente nos condenamos.

Los neurocientíficos utilizan tres métodos para establecer la relación entre el cerebro y la conciencia. El primero es la correlación, es decir, ante un estímulo externo se observa una respuesta, por ejemplo, en las ondas de un electroencefalograma. El segundo es el estímulo; si colocamos unos electrodos magnéticos en una parte del cerebro, digamos la corteza occipital, o bien la activamos con ultrasonidos, el sujeto es proclive a vivir experiencias visuales. Finalmente, el tercer método es la ablación, si se retira una parte de la corteza occipital se produce una ceguera selectiva. La combinación de estos tres métodos lleva a los científicos a establecer que el cerebro crea la mente pues se establece una relación directa entre ambas a través de los tres métodos.

El televisor, el sospechoso más probable

Antes los televisores tenían tubos de imagen, si colocamos un electrodo de un osciloscopio en uno de esos tubos registrando la actividad eléctrica, podemos establecer una relación directa entre lo que se ve en la pantalla y la actividad eléctrica representada en el osciloscopio, es decir, podemos ver si está o no sincronizado, dicho de otro modo, una correlación. En cuanto a la estimulación, colocando de nuevo un electrodo en el tubo de imagen y enviando una corriente eléctrica, observaremos una interferencia en la imagen de la pantalla.

Con respecto a la ablación, obviamente, si extraemos cierta válvula de nuestro antiguo televisor, veremos una distorsión de la imagen o bien un fallo en alguna de sus funcionalidades. Naturalmente, la confluencia de los tres métodos utilizados para saber de donde viene la información que aparece en la pantalla del televisor, es decir, la correlación, la estimulación y la ablación, no nos lleva a pensar que es el mismo aparato el que crea las señales. De modo que, en vez de detener al sospechoso más probable sin perder ni un segundo en buscar pruebas, siguiendo así el camino más reduccionista posible, nos orientamos hacia una “explicación alternativa” que pueda ser coherente con los tres métodos y no nos lleve al absurdo.

Es entonces cuando convenimos que el televisor no hace más que recibir información a través de una antena o de un cable, emitida desde un lugar distante. En consecuencia, si buscamos una explicación alternativa y coherente cuando hablamos del televisor, ¿porqué razón no lo hacemos cuando investigamos la verdadera relación entre la luz y la vida? Sin embargo, estar en la escena del crimen es suficiente para ser condenado y los virus o las conspiraciones han sido pilladas in fraganti.

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Según los Upanishad el Sol engendra, pero también devora a sus hijos. Con frecuencia olvidamos que absolutamente todo está regido por él.

Decía Dante: El cielo rueda por encima de ti mostrándote sus eternas glorias y aun así tus ojos están en el suelo.

Somos luz y a menudo buscamos en las sombras.

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