Homeopatía y Flores de Bach potenciadas y dinamizadas con fosfenos
Francesc Celma i Girón
…pone de manifiesto que el fosfeno es una energía que emana del cerebro y por tanto es exteriorizable, de hecho hay multitud de fotografías de fosfenos que siguiendo un protocolo, son capaces de marcar una placa fotográfica virgen. Cuando generamos un fosfeno, con los ojos abiertos podemos ver la mancha que se posa donde colocamos la mirada, es un fosfeno proyectado que está dentro de nosotros pero también fuera, es el principio por el cual en los cursos de Fosfenismo proyectamos los fosfenos de varias personas sobre un sujeto pasivo que describe sensaciones corporales de calor, de vibración etc. amén de cambios en su propio fosfeno que recordemos, está relacionado con su actividad neuronal. Así pues podemos proceder del mismo modo que con un sujeto pasivo proyectando nuestro fosfeno por ejemplo, en un vaso de agua…
Desarrollada por el médico Samuel Christian Friederich Hahnemann está basada en el concepto de que lo semejante cura lo semejante y para ello utiliza diluciones que consigan en el paciente los mismos síntomas que la enfermedad que se quiere curar siempre con dosis muy bajas.
Cuanto más diluido se encuentre el principio activo en el agua del preparado más efectivo será, más dinámico y potente, de forma que la dilución puede llegar al punto en que no sea posible encontrar ninguna molécula del principio activo original en el agua que le sirve de vehículo, pero sí su vibración y características gracias a la memoria del agua, así toda la fuerza curativa del producto se encuentra grabada en el agua potenciada mostrándose en cada paso de las diluciones, más presente en el producto homeopático.
La homeopatía prescribe el medicamento homeopático teniendo en cuenta el cuadro clínico que presenta el paciente y que es característico de una enfermedad, pero también observa el modo particular en que cada paciente vive su enfermedad, es decir, su forma de enfermar. Es un punto importante en la terapéutica homeopática porque ante una misma enfermedad varios sujetos pueden responder con síntomas distintos y al tratar de ofrecer como solución lo semejante cura lo semejante es común que un mismo medicamento homeopático sirva para varias enfermedades pues se pretende ofrecer como cura lo más parecido al cuadro clínico que presenta el paciente, así los síntomas del cólera, por ejemplo, pueden ser muy similares a los de la intoxicación de arsénico, por lo tanto el proceso curativo pasa por una sustancia que en un sujeto sano provoque esos mismos síntomas. En definitiva una sustancia puede sanar en un enfermo lo que ella misma es capaz de provocar en una persona sana, siempre a dosis muy bajas.
En cualquier caso siempre subyace, independientemente de los procesos de elaboración y de la terapéutica propiamente dicha, la idea de transmitir las características, vibración, la esencia de una substancia, a un medio con memoria para almacenar toda esa información, el agua, que vehicula toda esa energía de la substancia. Transmitir una información a un vehículo solvente que la almacena potenciada para luego utilizarlo como remedio ante una enfermedad.
En Fosfenismo somos capaces de grabar una información en nuestro cerebro cuando está presente una luz interior que llamamos fosfeno, en efecto, tras mirar la lámpara fosfénica del Doctor Lefebure durante treinta segundos, se crea una imagen del recuerdo de esa luz, que tiene una duración de tres minutos y que sigue durante los mismos un discurrir de colores y de movimientos, eclipses, vibraciones, pulsaciones etc. que según demostró el Dr. Lefebure, están relacionados con el estado mental y emocional del individuo que realiza la experiencia, además de con su aspecto sutil, así el fosfeno es un espejo holístico del hombre a través del cual tenemos una visión global de todas sus facetas.
En presencia del fosfeno el pensamiento se dinamiza y se potencia, así cuando colocamos un pensamiento asociado al fosfeno se hace muy consciente muy vivido, aparece claro y se memoriza rápida y eficazmente, de hecho es lo más conocido de la técnica fosfénica, su aplicación en el rendimiento escolar; convertir la energía luminosa en energía mental, emocional o sutil, y asociarla a un pensamiento una emoción o a un trabajo de conciencia espiritual, para amplificarlos, dinamizarlos y potenciarlos, es posible gracias al fosfeno. Ya sean pensamientos o emociones o aspectos sutiles los que asociemos al fosfeno, serán más densos, como la sal es más densa que los dos cuerpos que le han dado origen.
Así como la homeopatía consigue almacenar información en el solvente universal, el fosfeno es capaz de grabarla en la conciencia de quien lo genera, solo que de un modo extremadamente rápido y quirúrgico porque lo que almacena el fosfeno son pensamientos y emociones específicas de o para cada individuo en un tiempo de tres minutos.
Qué mejor pues que colocar por ejemplo, una idea de sanación precisa para una disfunción concreta, el mismo individuo que la sufre en presencia del fosfeno; toda la energía de la luz transformada en fosfeno se integrará en todas las capas que forman el individuo bañándolo con una ola sanadora creada por él y para él. Así pues realizar un fosfeno, es decir, observar la lámpara fosfénica treinta segundos y luego cerrar los ojos para ver el fosfeno y en ese momento, colocar el pensamiento de curación para que riegue todo nuestro ser, se convierte en un ejercicio extremadamente poderoso y sencillo aunque en muchas ocasiones el enfermo no se encuentra en situación de sanarse a sí mismo, ni tan siquiera en situación de pensar en ello, aún y con un ejercicio tan sencillo como el que hemos descrito, es ese caso disponemos de una herramienta fosfénica que entronca directamente con la homeopatía y sus terapeutas.
Pero antes le propongo un sencillo y divertido ejercicio que hace tiempo realizaba en los cursos de base de Fosfenismo. Busque un colaborador y antes de realizar la experiencia tenga preparado un objeto de tamaño medio con bordes definidos, sin olor y que no produzca ruido al moverlo y téngalo a mano sin que su amigo se de cuenta, es decir, no haga ninguna mención al respecto. Provéase de un antifaz de relajación.
Sería bueno que la persona que realice el ejercicio conozca las fases del fosfeno, así a modo de resumen diremos que primero para los principiantes, aparece un color amarillo intenso, luego un verde esmeralda que va dejando paso al color rojo, que a su vez es la antesala de un azul que se va haciendo cada vez más fuerte y tras el cual se vislumbra como un resplandor, como si el fosfeno ya casi negro, creara un eclipse con una luz tenue al fondo del campo de visión, esa fase es la que nos interesa para el ejercicio.
Hagan los dos un fosfeno. Tras los treinta segundos de mirar la luz fosfénica ofrézcale a su amigo el antifaz, mantenga la habitación en penumbra y cerciórese de que no puede ver nada a través de él. Cuando la persona que esta observando el fosfeno con el antifaz llegué a la fase del eclipse, debe comunicárselo y en ese momento usted le pasará el objeto que antes seleccionó, por delante de sus ojos siguiendo un movimiento curvo de un ojo a otro y a unos dos centímetros del antifaz con mucha lentitud, en un sentido y luego en el otro, siempre muy lentamente, durante el pase del objeto debe preguntar a su amigo si es capaz de ver al menos la forma del mismo. Se sorprenderá del número elevadísimo de veces que el sujeto que realiza la experiencia acierta como poco la forma del objeto, se suele describir así: es como si algo atravesará el resplandor del fosfeno. Todo ello con los ojos cerrados y el antifaz puesto. Es importante diferenciar los aciertos por adivinación debido a la enorme transmisibilidad telepática que se produce en presencia del fosfeno (es otro tema a tratar en otra artículo), de los producidos por una sombra que atraviesa el campo visual.
Esta experiencia pone de manifiesto que el fosfeno es una energía que emana del cerebro y por tanto es exteriorizable, de hecho hay multitud de fotografías de fosfenos que siguiendo un protocolo, son capaces de marcar una placa fotográfica virgen. Cuando generamos un fosfeno, con los ojos abiertos podemos ver la mancha que se posa donde colocamos la mirada, es un fosfeno proyectado que está dentro de nosotros pero también fuera, es el principio por el cual en los cursos de Fosfenismo proyectamos los fosfenos de varias personas sobre un sujeto pasivo que describe sensaciones corporales de calor, de vibración etc. amén de cambios en su propio fosfeno que recordemos, está relacionado con su actividad neuronal.
Así pues podemos proceder del mismo modo que con un sujeto pasivo proyectando nuestro fosfeno por ejemplo, en un vaso de agua. En algún curso en el que he contado con un profesional en mediciones bioenergéticas o geobiológicas, hemos realizado la experiencia de proyectar el fosfeno en una botella de agua colocando otra idéntica sin ninguna proyección en el mismo ejercicio, para que la persona que testa no pueda diferenciarlas, aunque dicho sujeto no está presente en la proyección y ni tan siquiera sabe del experimento; habitualmente le invito a abandonar la sala unos minutos, explico a los alumnos como vamos a proceder, proyectamos el fosfeno en una de las botellas y luego hago entrar a quien va a medir la energía del agua de las botellas sin explicar ni tan siquiera que se ha proyectado en una de ellas, así pues se mide ante dos botellas idénticas. Los resultados han sido siempre espectaculares, la energía de la botella de agua en la que se proyectó el fosfeno siempre fue más que excepcional manteniéndose la de la botella sin proyección, dentro de los estándares habituales para este tipo de agua embotellada.
A propósito de esta experiencia Teresa nos narra una proyección espontánea en un Congreso Internacional de Energías del Agua al que fuimos invitados:
En el Encuentro Internacional sobre el Agua convocado en Orense, organizado por la Asociación para la Memoria del Agua , asociación creada y dirigida por Goio Iturregui y Alejandro González, participaban personas estudiosas , serias, conscientes y sabias que nos transmitían con elocuencia y belleza su sabiduría sobre un tema tan importante como es el agua, considerada no solo en su aspecto químico, que es lo más común, sino centrados sobre todo, en su vertiente física y energética.
Los ponentes hablaron de la cantidad y calidad de esa energía según el grado de contaminación, formas de activarla y hacer que recupere su estado saludable y vital, de cómo se manifiesta esa calidad al congelar microgotas según la aportación de Masaru Emoto, entre otros investigadores que también hablaron de ello. También se habló de los grados de incidencia de la ingesta del agua en las diferentes vertientes de la persona: física, emocional, mental y espiritual. En definitiva fueron muchas ponencias alrededor de la energía del agua.
Entre los muchos estudiosos de los temas del agua, participaba Javier Petralanda, experto en radiestesia y geobiología, miembro de GEA, Asociación dedicada a la investigación, análisis y divulgación de la Geobiología.
Estaba sentada cerca de los ponentes y a continuación de la conferencia de Francesc Celma sobre el Fosfenismo y sus posibilidades como transmisor de un pensamiento al agua para cargarla inmediatamente con una idea por ejemplo, de sanación o de vitalización mediante el fosfeno, mi amiga Begoña Vélez y yo, tomamos agua del grifo de uno de los lavabos de las sala de congresos y la pusimos en dos botellas pequeñas iguales. Sobre una de ella proyectamos fosfenos improvisados y rápidos y en la otra no. Acudimos a Javier Petralanda y le pedimos que midiera la energía de las dos botellas totalmente iguales en la apariencia y de las que él no sabía absolutamente nada, accedió amablemente. Fue sorprendente y gratificante la diferencia grandísima de «unidades bobis» (unidades de una escala en la que se plasma mediante sensibilidad radiestesista el nivel vibracional de un lugar, una persona un objeto, etc.) que encontró en una de ellas, justamente en la que habíamos proyectado los fosfenos, fue una confirmación magnífica y espontánea de lo que acabábamos de escuchar en la conferencia de Francesc Celma sobre los fosfenos.
Teresa Saez de la Torre
Vamos ahora con la herramienta fosfénica específica para un profesional de la homeopatía, incluso puede ser útil para el paciente mismo que disponga de lámpara fosfénica.
Con el fosfeno somos capaces de cargar el agua, de darle una fuerza y una energía inusual, vitalizándola y potenciándola de un modo impresionante aunque eso no es todo, podemos también llevar la intención, el pensamiento con el fosfeno, de hecho es uno del los principios del Fosfenismo como hemos comentado: convertir la energía luminosa en energía cognitiva, emocional y sutil, es decir, podemos enviar con el fosfeno, nuestro pensamiento, nuestra emoción y nuestro espíritu para tocar, marcar el agua no solo con energía si no con una dirección, en el caso que nos ocupa, remediar una deficiencia, una patología, etc. para crear un remedio homeopático.
Procederemos realizando una observación fija, de treinta segundos, de la lámpara fosfénica en la que ya tendremos presente el mensaje que queremos vehicular con el fosfeno para esa disfunción concreta, hablamos tanto del homeópata como del paciente que desee generar su remedio. Recordemos que puede ser una emoción sanadora, un pensamiento de curación de una deficiencia concreta o bien una idea de equilibrio sutil, evidentemente podemos utilizarlas todas en un trabajo global sobre la disfunción si así lo creemos oportuno. La lámpara pasados los treinta segundos toma un color azulado, en ese momento proyectaremos el fosfeno con los ojos abiertos con el pensamiento la emoción o el espíritu presente, sobre el agua que queramos impactar durante tres minutos, concentrados y conscientes de la importancia de lo que hacemos. Veremos literalmente el fosfeno proyectado en el agua, nuestra mente está allí, con él, nuestro corazón está tocando el agua y nuestro espíritu está presente. Pasados los tres minutos moveremos el agua enérgicamente si fuera posible al ritmo 1/6 de segundo, que está disponible en el neurosincronizador en la sección tono vital y en el apartado energía, si no se dispone de la APP los movimientos deberán ser lo más aproximados posible a este ritmo de un sexto de segundo.
Esta proyección la podemos realizar sobre agua virgen, es decir un agua no tratada anteriormente para ningún uso terapéutico, agua mineral por ejemplo, o bien sobre un remedio homeopático adecuado para la patología que queramos tratar a la que proyectaremos la particularidad, la especificidad en el proceso de sanación que deseemos para la persona en su momento, en su circunstancia, por ejemplo, necesitamos darle un pequeño giro al remedio o eliminar de él un síntoma que debido a una característica especial del paciente no puede superar, la proyección se hará sobre la base curativa del remedio pero dándole un toque especial, una intención particular. Ya sea con agua si cargar o con un remedio homeopático el resultado es absolutamente espectacular.
Para un homeópata habituado a testar kinesiológicamente es muy fácil constatar preguntando al cuerpo del paciente la eficacia del preparado, es más, todo el proceso es susceptible de realizarse en tres minutos sin que el paciente sepa nada del mismo y testar sobre su cuerpo el preparado fosfénico para que éste responda sin intervención de la mente consciente.
La profundidad y posibilidades de las bases de la experiencia que acabo de describir son impresionantes pero en contrapartida el proceso en sí es muy fácil y muy rápido, y no requiere más que de la lámpara del Dr. Lefebure para producir fosfenos de calidad y sin riesgo ocular, además es exportable a múltiples técnicas. Entre muchos ejemplos encontramos las Flores de Bach.
Edward Bach médico Gales, bacteriólogo, patólogo, cirujano y médico clínico además de homeópata, observó que muchos de sus pacientes con idénticas patologías coincidían en gestos y expresiones comunes lo que le llevó a enfocar su terapéutica no solo por los síntomas de la enfermedad si no por la personalidad, el carácter de quien los sufría: el paciente.
El enfoque holístico de su trabajo como médico le lleva a ensayar con flores que identifica adecuadas a cada problema emocional, como remedio a los desajustes emocionales que según él originan la enfermedad, empezando por recoger el rocío depositado sobre ellas por la mañana como base a sus preparados, para después pasar a una fase solar en la que sumerge brotes de las flores en agua dejándolos al sol unas horas para que la energía de la luz cargue el agua con el trazo terapéutico de la flor en cuestión.
Estos primeros remedios florales pasa a llamarlos doce curadores a los que añade siete remedios más que denomina auxiliares con los que consigue llegar donde los curadores no pudieron, todo ello desemboca en la aparición del libro Los Doce Curadores y los Siete Ayudantes después del cual inicia una nueva investigación con otro método que llama hervor para la creación de las tinturas que da luz a 19 remedios más.
El método solar se utiliza con las flores que florecen en la primavera y en el verano, y el de la ebullición cuando la floración es antes de la primavera momento en el que la luz solar todavía no está en su máximo, es por ello por lo que se hierve la flor durante media hora para extraer su esencia.
En el trabajo de Edward Bach subyace el tratamiento de la emoción y de los patrones mentales rígidos antes que la enfermedad física y para ello utiliza las tinturas creadas con la información de las flores creando así unos remedios florales para cada emoción y/o problema mental.
Que la energía de la luz cargue el agua potenciando la información terapéutica de la flor en el método de solarización ya debe resultarnos como poco, familiar, el caso es que ahora con la información de que disponemos podemos hacer eso mismo pero con un filtro consciente, el fosfeno, que no es la luz, es mucho más que eso, es la luz hecha conciencia en la que podemos cabalgar con nuestro pensamiento.
En el caso de las flores de Bach trabajamos la emoción y tenemos la posibilidad de ir a por ella muy específicamente con el Fosfenismo. Describiré un ejercicio con el que cualquier persona pueda tratar una emoción enquistada en tres minutos y luego, como en el caso de la homeopatía, abordaremos la herramienta fosfénica desde la perspectiva del terapeuta. En una actitud de respeto y de conciencia, haremos un fosfeno con la lámpara del Dr. Lefebure, ya en la observación fija tendremos presente la emoción que queramos tratar, además en esta experiencia, se sostendrá en se mano una hoja de papel. Tras los treinta segundos cerraremos los ojos y aparecerá el fosfeno, en ese momento con la mínima intervención del discurso mental, debemos vivir la emoción, buscaremos un sonido un olor un recuerdo que la traiga al fosfeno y justo en el momento en el que la estamos reviviendo la situaremos en una zona concreta del cuerpo, el corazón , el estómago, la cabeza, etc. nos dejaremos guiar por la intuición y la fijaremos en un lugar específico del cuerpo, sintiéndola. Cuando el sentimiento arrecie en intensidad, bruscamente agarraremos la hoja de papel entre las manos como si fuera la emoción que nos está oprimiendo, lanzaremos el papel lejos y seguiremos el recorrido que la emoción hace, desde el punto en el que la fijamos hasta salir del cuerpo por alguna de las extremidades, sentiremos como una corriente eléctrica fulgurante.
Otra vez es rápido, sencillo, pero muy poderoso, la sensación de descarga es realmente liberadora. El fosfeno recrea las sensaciones de un modo fabuloso y por sorprendente que parezca, las depura.
También podemos crear el remedio floral igual que antes hicimos con el homeopático desde la nada, con agua mineral o de manantial que procederemos a cargar de un modo ligeramente distinto. Aquí el terapeuta cargará la información de la flor con la que quiera tratar al paciente únicamente visualizándola en su fosfeno y proyectándola sobre el agua, algo que ayuda muchísimo a transmitir con toda su fuerza la energía sanadora de la flor, es la repetición de su nombre durante la proyección del fosfeno visualizándola. Personalmente recomiendo antes de crear la flor de Bach fosfénica por proyección, acudir a una ilustración de la flor que ayude a su visualización.
Finalmente podemos, también como hicimos con el remedio homeopático, perfilar una flor de Bach ya existente con una particularidad para ese paciente y su momento.
Me gustaría compartir un ejercicio a propósito de la capacidad del fosfeno para depurar la emoción en relación con las flores de Bach. Desde hace relativamente poco, en los cursos de luz natural fosfenos, he introducido una experiencia, entiendo que muy plástica, con la que se ponen rápidamente en evidencia las infinitas posibilidades de utilización del Fosfenismo en ese campo. Requiero la colaboración de un alumno y lo sitúo frente a la pizarra con la que me ayudo en el curso; le pido que cierre los ojos e identifique una persona con la que tenga una verdadera relación de desencuentro, esas personas que preferimos no ver y que nos producen verdadero desánimo, esto dura solo unos segundos, le emplazo a que abra los ojos y garabatee en la pizarra algo que identifique esa emoción, una vez hecho eso, testo kinesiológicamente al alumno que se encuentra en frente de su dibujo, la respuesta siempre es muy debilitante. A continuación el alumno hace un fosfeno, cierra los ojos y le pido que reviva la sensación con esa persona en su punto más crudo, más agudo, pasados solo unos treinta segundos le invito a abrir los ojos y mirar el dibujo que representa la emoción, antes debilitante; hacemos el test, y para sorpresa del alumno su respuesta muscular es sólida. Realmente es impresionante pero no es nada distinto a lo que las religiones nos llevan diciendo desde los tiempos hiperbóreos: la luz nos sana, la luz nos guía solo que nadie, hasta la llegada del Fosfenismo, nos explico cómo…