Juliano el Apóstata y el galileo triste…
Flavio Claudio Juliano, (331-363) fue emperador de los romanos desde el 361 al 363, también llamado Juliano el Apóstata, así conocido por su renuncia al cristianismo. En el año 337 su vida se vio marcada por la masacre por parte de su tío Constancio II (él se consideraba enviado por Dios y obispo de obispos…) de toda su familia a la que sólo sobrevivieron él y su hermano Gallo. El enviado acabó con la vida de su padre Dalmacio, con la de Julio Constancio, muy enemistado con su abuela santa Elena que por cierto, para dar brillo a la historia familiar, fue una tabernera pagana de hecho la aristocracia llamaba a su gran hijo Constantino el hijo de la concubina; Constancio Cloro, padre de Constantino, vivió en concubinato con ella y su legítima mujer, la emperatriz Teodora sufrió sus atenciones siendo desterrada a unas dependencias de palacio, intrigante, autoritaria y totalmente desprovista de escrúpulos según el obispo Eustaquio de Antioquia (le costó el exilio), pero continuemos con la purga familiar, también acabó con la vida de seis primos amén de personalidades de la corte que no gozaban de su simpatía. El destino solo respetó a Juliano y a su hermanastro Galo. Sobra decir que Constancio era cristiano así como los soldados de su guardia, todo ello llevo a Juliano a decir que no hay fiera tan peligrosa para el hombre como lo son los cristianos para sus compañeros de fe, nada pues extraño debido a su traumática experiencia pero que luego la historia se encargaría de refrendar amplia y profusamente. Al igual que con su los excesos familiares de su padre, nadie condenó los hechos siendo según Eusebio uno de los príncipes cristianos más notorios del siglo, llegando a justificar los ajustes como inspiración de más arriba. En una carta a los atenienses Juliano lo relata así:
Es cosa notoria que mi origen proviene del mismo linaje paterno que Constancio. Mi padre (Julio Constancio) y el suyo (Constantino) eran hermanos consanguíneos. Y no obstante, pese a los lazos de íntimo parentesco que los unían, he aquí cómo nos trató aquel soberano tan humano.
Seis de mis primos y de los suyos, mi padre y otro tío común por parte de mi padre fueron ejecutados por orden suya sin otra forma de proceso. En cuanto a mí y a mi hermano (Galo), quería matarnos también pero prefirió, a fin de cuentas, condenarnos al exilio.
Los hijos de Constantino, tras el problema familiar, se repartieron el imperio, Constantino II Galia, Hispania y Britania, y estableció su residencia en Tréveris, Constante, Italia, África y Gracia, estableciéndose en Sirmium, Constancio II que es quien nos ocupa, los sobrevivió a todos y heredó todos los territorios.
A Juliano el Apóstata (luego llamado así) y a Galo, se les trasladó a Nicomedia, muy cerca de Constantinopla, pero en la orilla asiática de la Propóntida, donde completaron su educación con el obispo Eusebio como preceptor. Después, un exilio de siete años en la Capadocia en la residencia imperial de Macellum, donde recibieron una educación cristiana, llegando incluso a ser ordenados de menores, el encargado de su educación fue un arriano, Jorge de Capadocia. Finalmente Constancio ordenó que prosiguiera sus estudios en Nicomedia, conoció Pérgamo, Efeso y Atenas, disfrutando de la formación de grandes maestros paganos que marcaron su educación.
Juliano el Apóstata ha descrito la casa de Bitina en Nicomedia donde vivió:
Esa campiña se halla a veinte estadios escasos del mar, y en ella no se es importunado por el mercader o el marinero charlatán e insolente. Sin embargo, el paraje no está privado del todo de los favores de Nerea. A veces se encuentra pescado fresco y palpitante en él y si, saliendo de casa, trepas a un pequeño cerro, percibirás el mar Propóntida, sus islas y la ciudad que lleva el nombre del gran emperador.
No caminarás sobre aguas y musgos…. Sólo pisarás zarzaparrilla, tomillo y céspedes fragrantes. Hallarás una profunda calma, y si quieres te tumbarás a ojear un libro. Luego para descansarte los ojos, nada más agradable que el espectáculo de las naves y el mar. Cuando era jovenzuelo, aquella morada de verano me parecía deliciosa. Tiene aguas excelentes, un baño encantador, un jardín y árboles. Hombre hecho, sigo prendado de ese viejo asilo del pasado. He vuelto a él con frecuencia.
Lettres écrites en Gaule, 4ª Édition des Belles-Lettres
Fue en ese ambiente en el que Juliano el Apóstata tuvo la experiencia que guio su vida. Juliano se durmió.
Se sintió aspirado y transportado por una gran fuente luminosa: el sol, que pronunciaba su nombre, el Sol-Dios de oriente, el de Akhenatón la alegría del sol, el de Zoroastro el hijo de la luz, el de Alejandro Magno el hijo de Amón, el sol de los mil nombres paganos y siempre el mismo, le llamaba.
Cuando se observa fijamente una fuente de luz o el reflejo de la misma en una superficie, ya sea el mar, un espejo, una concha, una bandeja de plata, o en cualquier elemento reluciente, se produce un fosfeno.
El fosfeno es una imagen de persistencia retiniana en presencia del cual se produce una enorme activación cerebral, emocional y sutil que desde el origen de la humanidad se ha utilizado para acceder a planos espirituales o como estructurador del sistema nervioso del individuo, o bien como elemento de adivinación.
Las implicaciones neurológicas del fosfeno y su aplicación metódica en los procesos mentales han sido descubiertas por el médico e investigador Francis Lefebure, galardonado internacionalmente en numerosas ocasiones por sus descubrimientos, y han dado origen a Dr. Lefebure Methods que es un conjunto de técnicas, utilizadas consciente o inconscientemente por toda la humanidad en todos los tiempos y lugares para provocar una expansión de las capacidades cerebrales.
Cuando Juliano el Apóstata relata el entorno de Bitina, todos los elementos fosfénicos están presentes.
Es imposible no generar fosfenos cuando se pasan largas horas contemplando el mar o leyendo un libro en el que inciden los rayos solares provocando la reflexión de luz, más aun, quedarse dormido después de haber hecho fosfenos y escuchar de fondo el ruido monótono de la resaca, no hace más que activar mediante el ritmo y la luz, nuestro cerebro, nuestra intuición.
La pregunta clave es: los iniciados, los guías, los maestros, los sacerdotes, los elegidos como fundadores de religiones que perduran hasta nuestros días, ¿eran conscientes de lo que hacían con el sol, o por el contrario, todo era puro comportamiento gregario y ceremonial enmarañado con verdadero ejercicio mental y espiritual que se realizaba con el sol de forma inconsciente?
La respuesta es diáfana, sí eran conscientes. Como relata Jean-Michel Angebert en Los místicos del sol:
Las divinidades separadas, Júpiter, Apolo, Marte, Serapis, Atis, los Baales orientales y Mitra, aparecen todas cada vez más como otras tantas encarnaciones, otras tantas reproducciones exactas de una divinidad superior, es decir, el sol.
Juliano el Apóstata, el Fosfenismo, Dr. Lefebure Methods y la religión solar
El problema siempre estriba en comprender el principio básico que anima a estos dioses y religiones y no atender al mensaje posterior que éste provoca, siempre orientado según la interpretación del oficiante y las necesidades políticas o económicas de la época.
Cuando Juliano el Apóstata reina, se escenifica la pugna entre el cristianismo y el paganismo. Constantino el padre de Constancio abraza (sin bautizarse) el cristianismo y lo convierte en la religión oficial del imperio con el objeto de servirse de sus diócesis como esqueleto sustentador de la maltrecha estructura burocrática del estado, y los cristianos pasan de ser perseguidos a perseguidores oficiales. Juliano el Apóstata practica ritos ancestrales y mistéricos como Mitra y Eleusis, con una enorme aceptación antes del cristianismo, y que según algunos autores éste copia descaradamente.
El Doctor Lefebure en el libro Fosfenismo, la clave científica de las manifestaciones sobrenaturales. Lourdes y el Fosfenismo menciona este período clave en la organización del mundo que hoy conocemos:
La señora Alexandra David-Neel, célebre exploradora del Tíbet, me decía que «soberano pontífice» significa «guardián de los puentes de la ciudad de Roma». No olvidemos que Julio César también era «soberano pontífice». Era uno de los títulos de los emperadores, lo cual confirma que el Papa es más bien el continuador del emperador romano que de una religión que, en su origen, se basó en los poderes mentales particulares que otorga la ciencia de los fosfenos; rudimentos poseídos en aquella época por los pastores y los magos de Oriente.
La religión romana estaba basada en la divinización del emperador. Es la definición de la palabra «apoteosis» en su sentido original. Evidentemente, esta divinización tenía por objeto reforzar la autoridad militar de Roma a través de la autoridad moral sobre las poblaciones de los países ocupados militarmente. Los cristianos practicaban más o menos el Fosfenismo sin saberlo claramente, y no se comprendía el verdadero origen de sus poderes.
Frente al avance de los cristianos, que tomaron el mando de la sociedad romana, y para salvar el Imperio Romano de la colonización completa, el emperador Constantino tuvo la genial idea de fusionar las dos religiones, cristiana y romana. En el concilio de Nicea, tras seis meses de conflictos con los obispos durante los cuales deportó a los que rehusaron votar a favor de su idea, sustituyéndoles por sus prefectos, el emperador obligó a reconocer una diferencia de naturaleza entre Cristo y nosotros, es decir, que él es divino y nosotros no.
Sin embargo, cuando se procesó a Cristo y se le reprochó considerarse hijo de Dios, él replicó que estaba escrito en la Biblia que todos somos hijos de Dios, en el mismo sentido que el saludo de los hindúes, que se inclinan para venerar la chispa eterna que está en todos nosotros.
Recordemos que el alto clero hasta el año 325, y una gran parte del pueblo cristiano de Europa hasta el año 600 más o menos, consideraban a Cristo como un hombre con poderes mágicos. No olvidemos que el pueblo israelita fue deportado a Babilonia durante una cautividad que duró desde el año 587 hasta el 539 antes de Jesucristo. En aquella época, Babilonia formaba parte de las regiones zoroástricas, regiones que estaban adelantadas porque, en Persia, como hemos dicho, el petróleo brotaba constantemente de la tierra, lo que dio a estos pueblos grandes facilidades, desde los tiempos prehistóricos, de rezar mirando fijamente una llama.
En cuarenta y ocho años, sin duda tuvieron lugar muchos intercambios culturales, lo que permitió a los israelitas perfeccionarse en la ciencia de los fosfenos, que era más familiar a sus carceleros que a ellos.
Esta fue la fuente de la que la civilización israelita hizo manar la ciencia de los fosfenos. Así pues, ¿cuál es el eje que vertebra todas estas iniciaciones y religiones?
La luz, desde Augusto, que veneraba en Apolo al Dios-Sol, padre de la Roma eterna, que hizo traer un obelisco de piedra negra de Egipto desde Heliópolis donde el padre de Akhenatón lo erigió, pasando por Adriano iniciado en los misterios de Mitra y Séptimo Severo que adoraba a Helios en el templo sirio de Baal’Beck bastión de la religión creada por Zoroastro, y Aurelio proclamando Sol invictus, la tradición solar es inmemorial y tiñe todo el desarrollo de la humanidad, pero hasta Constantino, gobierna el mundo de forma natural y equilibrada, después de él sólo Juliano el Apóstata se interponía entre la iluminación como sentido natural de la vida y el poder oscuro y político en el que se convirtió el cristianismo. Juliano el Apóstata es educado en el cristianismo pero cuando se le considera «dócil», ganándose así el derecho a ir a Constantinopla, se impregna profundamente del espíritu helénico y de los misterios de Egipto.
Lo divino vivía en el día a día del hombre. Como ejemplo tenemos a Apolonio de Tiana contemporáneo de Jesús (4 a.C.). Daba todo a los pobres y se abstenía de los excesos, se decía que era admirado por los brahmanes de la India, los magos de Persia y los sacerdotes de Egipto. Famoso por sus «milagros» entre los que se encuentra la resurrección de una doncella y la curación de múltiples enfermos, se dice que en Éfeso acabó con una plaga. Viajó por Babilonia, Etiopía, Egipto, rodeado de sus numerosos seguidores.
El obispo Sidonio Apolinar dice de él:
… sólo le falta para ser perfecto…. ser cristiano.
Juliano el Apóstata aparte de iniciarse en la religión de Mitra se vincula con Atis, Serapis e Isis.
Atis:
… pues causas primeras no contienen las formas de los elementos últimos… emanación de Helios -el tercer creador- Atis desciende hasta la Tierra…
Discurso sobre la Madre de los dioses. Juliano
Serapis:
Fue para sus adoradores el dios único, calidad constante puesta de relieve en todas las alabanzas que le eran otorgadas, y una fórmula de los actos oficiales proclama: «Uno es Zeus-Serapis». Igual que antes en la vieja religión egipcia, Osiris había sido asociado al sol y Serapis fue identificado con Helios. Esta concepción concordaba bien por lo demás, con el panteísmo solar que se extendió a favor del helenismo en todo Occidente…
O.E. Briem, Les Sociétés secrètes de mystères, Payot
Adriano llamaba a los primeros cristianos Los adoradores de Serapis, es decir, el sol, lo que probaría el origen mágico y solar del cristianismo.
Isis:
… bajo una corona de flores diversas, sobre la frente, un disco plano en forma de espejo, imagen de la Luna, irradiaba blanca luz… de la mano izquierda pendía un lámpara de oro, cuya asa, en su curva más hábil, portaba un áspid que erguía la cabeza e inflaba el cuello… otras mujeres caminaban portando a la espalda espejos que precedían inmediatamente a la diosa y en los cuales ésta podía contemplar la continuación del cortejo… todo un gentío de hombres y mujeres seguía con linternas, antorchas, velas y toda clase de luces por ganarse el favor de la diosa que ha creado los astros del cielo. Los pontífices, esos grandes maestros del culto, revestidos con una gran túnica de lino blanco ceñida en el talle y que les llegaba a los pies, portaban las insignias augustas de las omnipotentes divinidades. El primero sostenía una lámpara de viva claridad muy diferente de las lámparas con las que alumbramos nuestras cenas; de oro, hueca como una barca, una gran llama brotaba de sus flancos…
Apuleyo
Apuleyo estaba obligado, bajo pena de muerte, al secreto, era un iniciado:
En medio de la noche, he visto resplandecer el Sol con puro brillo.
Apuleyo
En mi mano derecha llevaba una antorcha encendida, tenía la cabeza ceñida por una corona de palma cuyas hojas apuntaban como rayos. Así ataviado a imitación del Sol.
Apuleyo
Quiero reseñar aquí una aclaración a esta última cita de Apuleyo que Jean-Michel Angebert nos ofrece:
… el sol evocado aquí por Apuleyo no es el sol físico, sino su doble etéreo, situado en el universo espiritual, invisible a la mirada ordinaria.
El sol visible es, en efecto, según la tradición oculta, una emanación del sol central, que es la emanación escondida de todo lo que ES en nuestro sistema solar. Nuestro sol visible no es más que el espejo en el cual se reflejan los rayos de energía emanados del sol espiritual. El sol real es tan invisible como el hombre real a los ojos del profano.
Realmente cualquier persona que conozca el Fosfenismo, Dr. Lefebure Methods, estará en la certeza absoluta de que aquí en realidad sólo se habla de una cosa: el fosfeno. Varuna era el lado oscuro del sol mitraico, uno no podía existir sin el otro, creador de formas, era el que mantenía el orden cósmico. Y era también el que daba acceso al mundo de los muertos.
Si bien Mitra y Varuna se diferenciaban por sus atributos, se entendían como «gemelos» inseparables, no pudiendo existir el uno sin el otro. Los sacerdotes de Mitra daban gracias al sol, por la mañana, al mediodía y por la noche, vueltos hacia el Oriente, el Sur y el Occidente respectivamente. Quiero recordar que los maniqueos sólo rezaban si estaban frente al sol, (siete veces al día), el mismo precepto que Zoroastro había dado a sus discípulos y el que animó el catarismo que consideraba al sol como única emanación de Dios en el Universo creado.
Mitra y Varuna eran tan inseparables como la luz y el fosfeno; y éste se manifiesta precisamente en forma de un oscurecimiento de la fuente luminosa que se observa fijamente, como podemos comprobar haciendo la experiencia con una «lámpara fosfénica». Es en Éfeso donde Juliano el Apóstata recibe la iniciación mitraica.
Un hierofante acompaña a Juliano el Apóstata por un subterráneo angosto, medio cripta medio tumba, éste porta una lámpara de bronce, el hierofante le pregunta si está dispuesto a recibir la iniciación, Juliano el Apóstata dice que sí, el anciano se retira y se coloca una pesada piedra cerrando la gruta.
Juliano el Apóstata sólo puede observar la luz hasta que ésta, al cabo de un día se apaga, dos días después la cueva se abre y un nuevo Juliano nace de las entrañas de la tierra.
¿Puede ser más claro? ¿Es el sol que cocina nuestra comida, del que estamos hablando? ¿Quizás el sol que nos calienta? Jamás.
Se invoca al sol de la activación neurológica, al sol que permite acceder a estados de conciencia superiores, al sol que nos da la intuición y la clarividencia, al sol que vive y palpita en nuestro interior como algo tangible, reproducible y medible.
Esa es la razón de que, de modo siempre velado, se intente en todas las iniciaciones, provocar la observación de una fuente de luz, que desemboca, indefectiblemente, en la visión de un fosfeno, es decir, en la práctica del Fosfenismo.
En el año 355 Constancio envía a Juliano el Apóstata a Ática, muy cerca de Atenas y frecuenta la Escuela de Platón y allí recibe los misterios de Eleusis.
... Juliano se dirigió hacia Eleusis, pasó por los olivares que cantara Sófocles, desembocó en el golfo de Salamina y penetró en el templo de las diosas.
Eleusis y Juliano
Al candidato a la iniciación se le conducía con los ojos vendados por un túnel en el que había una antorcha y, a ratos, se le retiraba la venda para luego volver a colocársela. Cuando era un grupo el que recibía la iniciación se utilizaba una caverna, Telesterión; se colocaban numerosas antorchas que se apagaban todas al unísono y, durante el tiempo de oscuridad, los candidatos debían pensar en una espiga de trigo para explicarles, luego, que durante ese momento de oscuridad nacía la luz espiritual.
Eso es, sencillamente, trabajar con fosfenos, Fosfenismo, Dr. Lefebure.
Todos los cristales de nieve son distintos, pero todos tienen ángulos de sesenta grados, del mismo modo el hombre ha buscado la luz interior, la iniciación, mediante innumerables técnicas, ritos, religiones etc. pero en todas ellas subyace un mismo patrón: la «mezcla fosfénica».
El seis de noviembre del 355 Constancio llama a Juliano a Milán, durante el viaje se entera de que su hermano Galo ha sido decapitado y cree que su suerte está echada pero, para su sorpresa, Constancio le nombra César delante de más de veinte mil hombres. Inmediatamente parte para la Galia invadida por los bárbaros. En enero del 357 entra en Estrasburgo victorioso, y reconquista más de cuarenta ciudades. Al sorprenderse de la pericia militar de Juliano, al que consideraba un débil filósofo, Constancio manda trasladar casi todo el ejército del César hacia Constantinopla para marchar sobre Mesopotamia, dejando a Juliano conservar sólo tropas auxiliares.
En Lutecia los soldados victoriosos que han reconquistado la Galia se sienten traicionados y se amotinan, Juliano debe elegir, y opta por liderar la revuelta. Juliano marcha hacia Constantinopla con el camino libre, Constancio ha muerto, (recibió el bautismo in extremis) en el último momento le nombró su sucesor cuando los dos ejércitos de dirigían uno hacia el otro para el encuentro final. Juliano es el nuevo emperador. Uno de los primeros actos de Juliano el Apóstata es promulgar el Edicto de la tolerancia que permite a los cristianos, arrianos, gnósticos y demás, predicar libremente su doctrina y practicar su culto con total libertad.
Juliano el Apóstata intentó reemplazar la cruz por un panteísmo solar con total tolerancia hacia los demás dioses paganos y el resto de religiones, incluso hizo construir un templo dedicado al dios Sol y nunca perdió la ocasión de explicitar su devoción por Helios, el rey Sol.
Desde mi infancia me inspiraron un anhelo invencible los rayos del dios, que siempre han cautivado mi alma, de tal manera que constantemente deseaba contemplarlo e incluso de noche, cuando me hallaba en el campo, lo olvidaba todo para admirar la belleza del cielo estrellado.
Contemplarlo, es decir, realizar una observación fija del sol, por consiguiente generar la luz interior del fosfeno con la activación cognitiva, el equilibrio emocional y la consciencia sutil que nos ofrece, en definitiva la ciencia de la luz interior transmitida desde el origen de la especie.
Según Brown: fue el primer emperador auténticamente culto desde hacia más de un siglo, y según Stein: mereció un lugar destacado entre los escritores de la época en lengua griega.
No se le conocieron excesos de ningún tipo y su dedicación al trabajo para mejorar el gobierno de su imperio era proverbial, los eunucos y los bufones desaparecieron de la corte, bajó lo impuestos. Se encargó de que los expolios cristianos de los templos antiguos fuera restituidos, todo ello sin prohibir nunca el cristianismo que con desde Constantino intento apropiarse de la verdad última excluyendo a base de intrigas y de destrucción cualquier diversidad religiosa. Para definitivamente ganarse la más alta de las impopularidades toleró y respetó al pueblo judío, que venía de ser vilipendiado como culpable de todos los males del mundo por los cristianos, siendo obviamente Israel, el pueblo elegido, y su religión la base de toda su estructura religiosa. Fina ironía la de Gabriel Laub: el cristianismo no habría sido posible si hubiera existido en la época veterotestamentaria algo parecido a la convención internacional de los derechos de autor…
Desde el siglo primero los cristianos ya se apropiaron de nuestro padre Abraham y en el segundo Moisés era ya figura capital para el prestigio del cristianismo, finalmente los caudillos de los hebreos se dieron en llamar nuestros primeros padres. La idea siempre ha sido la exclusión y la exclusividad muy lejos de la tolerancia politeísta o del helenismo, cómo decía Schopenhauer la intolerancia es una característica diferencial del monoteísmo el dios es por su naturaleza, un dios celoso, que no quiere consentir la subsistencia de ningún otro. En cambio los dioses del politeísmo son por naturaleza tolerantes; viven y dejan vivir, y en principio toleran a sus colegas, los dioses de la misma religión: Más adelante, esa tolerancia se extiende igualmente a las deidades extranjeras. Los cristianos heredan todo de los judíos, como no, la exclusividad y la verdad absoluta como pueblo elegido por Yahvé. Gracias a lo que se ha dado en llamar la Interpretatio Christiana se apropian hasta del Antiguo Testamento girándolo en contra de los judíos; Justino en el siglo II escribía: vuestras escrituras, o mejor dicho, no vuestras, ¡si no nuestras! y ya en el desvarío total: aunque las lean, no las entienden… (impresionante).
En definitiva en cristianismo expropia a los judíos y al paganismo para luego combatir, perseguir y desprestigiar a los expropiados por todos los medios posibles, todo ello durante dos mil años. He tenido oportunidad de dar buena y extensa cuenta del calco cristiano de todos los secretos iniciáticos del paganismo en Los señores de la luz, pero aquí un rapidísimo repaso a la copia descarada de la fe judaica me parece innegociable, copian a su dios, su monoteísmo, la liturgia no helenística del oficio, la exclusión de la mujer del servicio de la Palabra, el Padrenuestro además de muchas otras oraciones, la excomunión, los ángeles, los arcángeles, la imposición de manos en el bautismo y la ordenación, los ayunos, la Pascua, Pentecostés, el nombre de Cristo del griego christos traducción del hebreo maschiah o mesías. En cualquier caso como antes comenté, muchos de estos plagios descarados comparten expropiado, no son únicamente coto del judaísmo si no que guardan relación con la herencia pagana de la ciencia de la luz. Solo uno, solo un ejemplo, una pequeña cita de los Señores de la luz:
El hilo del sol (la luz, los fosfenos provocados por su observación) es tan largo, tan constante y se sumerge tan profundo en la noche de los tiempos, que elementos enormemente familiares para nosotros y supuestamente tan alejados del sol se obstinan en agarrarse a él, por ejemplo, la custodia, el lugar donde se guarda la hostia consagrada, hay que fijarse que en ella hay un sol del que irradian rayos dorados que ya en los tiempos del culto mitraico representaba a Mitra, es decir, la fuerza del sol, hasta el punto que Justino (100-165) desde su Apología primera tuvo que aclarar: este alimento se llama entre nosotros la Eucaristía de la que a nadie es lícito participar, sino al que cree… Por cierto que también esto, por remedio, enseñaron los perversos demonios que se hiciera en los misterios de Mitra, pues vosotros sabéis o podéis saber que ellos toman también pan y una copa de vino en los sacrificios de aquellos que están iniciados y pronuncian ciertas palabras sobre ello.
Perversos dominios… lo dicho, absolutamente increíble. Clemente Alejandrino en Advertencia a los gentiles (el título ya adelanta la elegancia del escrito…) habla de mitos santificados, altares impíos, adivinos y oráculos demenciales e inútiles, escuelas de sofismas para incrédulos y garitos donde abunda la locura, su solución es revelar los engaños que se ocultan en ellos, su desvarío sacro, las orgías engañosas, totalmente inhumanas, semilla de todo mal y de la perdición; para él los cultos son abominables y solo aptos para los bárbaros más incultos de entre los tracios, a los más tontos de entre los frigios y a los más supersticiosos de entre los griegos. Lo dicho, te expropian y luego te insultan, que persiguen te combaten te aniquilan…
El cristianismo rompe el ciclo natural de la vida y el equilibrio entre el cielo y la tierra provocando el desequilibrio, a la naturaleza hay que dominarla y la dirección única es el cielo, ya nada importan los astros y el sol, el agua y los ciclos naturales, la fecundidad y la fiesta de la explosión de lo telúrico y cósmico, todo lo bello terreno y poético la magia de la vida deviene tragedia. Plutarco escribe sobre los antiguos egipcios: en esta religión todo guarda relación con la arada, la siembra y la recolección de los frutos del campo. La sutileza el simbolismo que subyace en las alusiones simbólicas sobre los ciclos de vida y muerte nada importan aunque la historia de su dios sea una copia exacta de los mismos, Los Señores de la luz:
Mitra, el buen pastor, recibía el nombre de el redentor, que debía volver al mundo para juzgar a los hombres, nacido de una virgen el 25 de diciembre, adorado por pastores y magos (es decir, sacerdotes del fuego, especialistas en fosfenos), hacedor de milagros y con doce discípulos (doce signos zodiacales) perseguido y muerto (el sol parece morir al inicio del solsticio y resucitar tres días después) a la vez que de vuelta en el reino de los vivos al tercer día…
Solsticio significa sol inmóvil: el 21, 22, 23, 24 y 25 diciembre en los 28,23, 28,23, 28,23, 28,23 y 28,25 grados respectivamente (por ejemplo, en una colatitud de 51 grados 40 minutos) para llegar a los 75,10 grados el 21 de junio; todos los pueblos de la tierra, todos ellos adoradores del sol, (si lo adoras lo miras, especialistas sacerdotes de la luz, y si lo miras haces fosfenos) han celebrado los solsticios siendo los mitos solares la estructura (desvirtuada y malinterpretada) de las fiestas más importantes de la actualidad.
Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dionisos Baco, Jesús-Cristo, Buda, Agni, Tammuz, Adonis, Manú, nacen en el solsticio de invierno, de hecho absolutamente todas las culturas de la Antigüedad tienen como su dios principal al sol, caldeos, egipcios, cananeos, persas, sirios, fenicios, griegos, romanos (natalis solis invicti), hindúes, aztecas etc. adoran al sol, personificándolo en sus hijos Horus, Mitra, Adonis, Dionisos, Krisna, Jesús-Cristo que mueren y resucitan en un eterno retorno de los ciclos solares.
La condena de la divinización de los ciclos cósmicos no es exclusiva de uno o de varios autores es una constante de la historia del cristianismo, dos mil años del y dominad veterotestamentario han generado un antropocentrismo religioso radical. Exclusividad y exclusión como banderas. Celso puso el dedo en la llaga y evidenció la mezcolanza de elementos judaicos, del estoicismo, del platonismo, de los cultos mistéricos tanto los egipcios como los persas, en el plagio cristiano y lo plasmo con sutileza pero con rotundidad: todo esto se expresó mejor entre los griegos… y sin tanta altanería ni pretensión de haber sido anunciadas por Dios o el Hijo del Dios en persona. Celso se burla de la soberbia cristiana y judía: por encima de todos está Dios, y después de Dios nosotros, creados por Él y semejantes a Él en todo; lo demás, la tierra, el agua, el aire, y las estrellas, es todo nuestro, puesto que se creó para nosotros y por tanto debe ponerse a nuestro servicio. Me parece un triste pero fiel resumen de dos mil años de exclusividad y exclusión… y para reflexionar por lo quirúrgico e hiriente de su pluma, cuando habla de que la figura de Cristo no es tan excepcional como pretenden los cristianos si la comparamos con Hércules, Esculapio, Dionisos y muchos más que realizaron proezas y se dedicaron a los demás: ¿o acaso pensáis que lo que se cuenta de esos otros son fábulas y deben pasar por tales, mientras que vosotros habéis dado mejor versión de la misma comedia, o más verosímil, como lo que exclamó antes de morir en la cruz, y lo del terremoto y la súbita oscuridad? Antes que Jesús existieron divinidades que murieron y resucitaron en sintonía con los ciclos de la vida, con los ciclos de la luz, con la ciencia de los fosfenos, añade Celso: ¿Y esos que son capaces de realizar tales cosas, ¿tendremos que tomarlos por Hijos de Dios?
Volviendo a Juliano el Apóstata, los judíos obtuvieron permiso incluso para reconstruir el Templo de Jerusalén además de la posibilidad de gobernar nuevos territorios, es decir, un anticipo del actual sionismo. Juliano el Apóstata fue extremadamente tolerante también, sí también, con los cristianos, decía que si sus actuaciones con respecto a los galileos eran benignas y humanitarias ellos debían corresponder no molestando a nadie, ni tratando de imponer la asistencia a sus iglesias. Lo que no fue obstáculo para que intentara restituir los excesos del cristianismo con sus expolios en tiempos de Constantino y de Constancio: si los galileos quieren tener ornato en sus templos, sea enhorabuena, pero no con los materiales pertenecientes a otros lugares de culto. Ordenando la devolución de columnas, capiteles y un largo etcétera expoliados de los templos paganos. A Juliano el Apóstata no le falto nunca la fina ironía y la determinación,; dice Libanio que por doquier se podían ver: los barcos y los carros que devolvían sus columnas a los dioses saqueados (tal debió ser la magnitud del expolio pagano por parte del cristianismo). Cuando en Edessa se produjo un ataque cristiano contra un reducto de legnósticos y valentinianos Juliano el Apóstata actúa sobre ellos argumentando: no pretendía otra cosa que ayudarles a encontrar el camino del cielo… Puesto que ellos tienen una ley, por todos los conceptos admirable, que los obliga a vender todo lo que tienen par dárselo a los pobres, a fin de emprender más ligeros el viaje a los reinos celestiales, yo el emperador para ayudarles en ese empeño he ordenado que todos los dineros de la Iglesia de Edessa sean repartidos entre los soldados.
Otro ejemplo de firmeza ante la respuesta siempre conciliadora de los cristianos a la tolerancia de Juliano el Apóstata se produjo tras el incendio del templo de Apolo en Dafne por su parte, al que Juliano el Apóstata respondió arrasando la basílica de Antioquía. Hubieron algunos escarceos mas muchos de ellos provocados por los rencores acumulados de los judíos ante el ataque de los cristianos desde Constantino, pero impero la tolerancia y nunca se estructuró desde la oficialidad una persecución coordinada, todo fueron escaramuzas. Juliano el Apóstata como agudamente describe Karlheinz Deschner en su obra Historia criminal del cristianismo en la que en buena medida me he apoyado en este artículo y que he disfrutado enormemente por su clarividencia, claridad y profusión de datos históricos contrastados, tenía los que ahora llamaríamos sensibilidad social.
Juliano el Apóstata fue querido por todos menos claro, por los cristianos que veían peligrar el estatus obtenido con Constantino y a la postre le permitiría gobernar el mundo por más de dos mil años. Se dice que incluso uno de los más enconados adversarios intelectuales de Juliano el Apóstata, Gregorio de Nacianceno comentaba que le dolían los oídos de tanto escuchar elogios del liberal régimen de Juliano el Apóstata. Los más contrariados eran los cristianos de Antioquía que vieron reducidos sus fatos, fiestas y orgias y que recriminaban a Juliano el Apóstata su austeridad y su aspecto mal cuidado lo que generó burlas hacia su persona. Juliano el Apóstata respondió con, desde mi punto de vista ejemplaridad, si se me permite, ahora sí verdaderamente cristiana… no olvidemos que era el emperador y que de un plumazo podía aplastar a los divertidos y ocurrentes cristianos que se mofaban de su persona. Así les responde Juliano el Apóstata:
Es cierto, llevo barba y eso no gusta a mis enemigos. Dicen que así no se puede comer sin tragar un puñado de pelos en cada bocado. Pero voy a revelarles algo que todavía no saben: No la peino jamás; me gusta así de selvática y descuidada. Es el prado en donde apaciento a mis piojos. En cuanto a mi pecho, lo tengo velludo como un mono. También es verdad que no me baño jamás en agua de rosas ni en leche perfumada, y que despido un hedor repugnante. Es verdad que voy intencionadamente más sucio que un cínico o un galileo, y también que visto con descuido y como parcamente.. Es cierto que normalmente prefiero el rancho de mis soldados, que duermo en un jergón colocado expresamente para la noche, y que dedico muchas vigilias al trabajo y a la meditación… Cuando me presenté aquí, me recibisteis como a un dios. No pedía yo tanto. Vuestro senado me expuso vuestra preocupaciones y yo las he atendido. He rebajado vuestros impuestos. Os he adelantado grandes sumas de oro y plata. He perdonado la quinta parte de los tributos. Más no podía hacer sin quitar a otros lo suyo. Para salvar vuestros apuros de aprovisionamiento, he traído trigo de Tiro y de Egipto, pagado por mí, pero ese trigo no se ha repartido entre los pobres, sino que se lo quedaron los poderosos de entre vosotros para revenderlo al triple de su precio, al fin de poder seguir celebrando alegremente sus fiestas. Todo eso, lo habéis olvidado. ¿Qué si me importa? Os consiento que sigáis cubriéndome de improperios, en lo que manifiesta vuestra ingratitud. Os permito que me acuséis como yo mismo acabo de acusarme. Más aún, yo superaré todas la críticas que día a día me dirigís, pues soy tan necio que no había comprendido las costumbres de esta ciudad, ¡Ya podéis burlaros de mí! ¡Maltratadme! ¡Insultarme! ¡Hacedme trizas con vuestros colmillos! Por mi parte, os castigaré de una sola manera, no con ejecuciones, azotes, cadenas ni cárceles, ¿de qué serviría, puesto que no vais a corregiros?… He decidido dejar Antioquía y no volver aquí jamás. Prefiero establecer mi residencia en Tarso…
Juliano el Apóstata también mejoró notablemente las condiciones de vida de los soldados y sustituyó el Labarum (monograma de Cristo) por el estandarte de Mitra con la inscripción: «soli invicto» y al igual que Aureliano, sus ejércitos, los domingos, debían rezar al sol.
Juliano el Apóstata muere en plena gloria, el cinco de marzo de 363, iba desarmado, se dice que herido por una lanza desde sus propias filas, antes Juliano el Apóstata había ordenado la expulsión de los cristianos del ejercito y ante el complot de unos instigadores que conspiraron para asesinarlo Juventino y Máximo fueron ejecutados y obvio, se convirtieron en mártires del cristianismo, es decir, la sospecha siempre recayó en los cristianos y nunca en los persas que adujeron que no pudo ser uno de los suyos el autor de su muerte porque se encontraba fuera del alcance de sus armas. El caso es que la luz de la fiesta pagana se apagó y poco importó el cómo tal como escribió Teodoreto padre de la Iglesia: fuera como fuere y fuese hombre o ángel quien esgrimió la espada, lo cierto es que actúo como servidor de la voluntad divina. Naturalmente. La luz empezó a apagarse…
A su muerte lo de siempre, difamación y escarnio los limpios de corazón salen de sus madrigueras… Juan Crisóstomo argumentaba que todos hemos vivido en pecado la razón es que Juliano el Apóstata hacia sacrificar a los niños, los judíos también por cierto. Gregorio Nacianceno lo describió con sutileza como cerdo que se revuelca en el fango. Efrén, un poco más original, decía que su ambición le concitó la lanzada mortal que desgarró su cuerpo preñado de oráculos de sus magos. El Galileo pasará por la rueda todo el rebaño de los magos y los arrojará a los lobos del desierto, mientras que el rebaño de los galileos se multiplicará y conquistará el mundo. Lo dicho, unos buenos y otros malos. Todas estas lindezas claro, le fueron dedicadas una vez muerto, no fuera el caso que tuvieran que responder con coherencia y honestidad de sus opiniones en vida del emperador…
Efrén además no se pierde el traslado por parte de las tropas del cuerpo embalsamado de Juliano el Apóstata y aprovecha para dedicarle:
Me acerqué, ¡oh hermanos! Y contemplé
Los despojos del impuro.
En pie al lado del yacente
Me burlé de su paganismo
Efrén nos da más mucho más pero como resumen acabemos con un esclarecedor comentario que será ley los diecisiete siglos posteriores: pues solo la Iglesia fue su enemiga incondicional, así como él y todos los suyos fueron enemigos de ella. Lo cual demuestra sin lugar a dudas que sólo pueden existir dos partidos, con la Iglesia o contra ella.
En los siglos posteriores el escarnio continuo pero ya con fabulaciones delirantes, como que se encontraron caja llenas de cabezas el palacio, que hizo abrir el vientre de una mujer para leer el provenir, y naturalmente la aportación imprescindible de cierta perversión sexual hacia las unas monjas. Aparecieron mártires que jamás existieron y cuentos grecosirios en los que el emperador aparecía como un ogro malvado que se entretenía en arrancar el corazón de los niños… Iglesia en estado puro, difamación total.
En el otro lado debemos esperar ala ilustración para encontrar la rehabilitación de la imagen de Juliano el Apóstata, Montesquieu lo elogia como estadista y legislador, Voltaire escribe: así, ese hombre que nos ha sido descrito con los trazos de horrible fue quizá el más noble de todos, o por lo menos el segundo. Para Montaigne y para Chateaubriand está entre los mejores de la historia. Goethe dice entender su poca empatía con los cristianos. Ibsen lo hace protagonista de César y Galilea. Gore Vidal le dedicó una novela, Kazantzakis la tragedia Juliano el Apóstata. El historiador Rubin dice que poseía una nobleza de carácter que le hace destacar casi como un faro entre los numerosos oportunistas de su época.
Grandes banquetes públicos con fiestas en las iglesias y capillas celebraron en Antioquía el advenimiento de la voluntad que emana de Dios…
Aunque de hecho todo empezó con Constantino y la alianza entre el trono y el altar. Ese monstruo Constantino… Ese verdugo hipócrita y frío, que degolló a su hijo, estranguló a su mujer, asesino a su padre y a su hermano políticos, y mantuvo en su corte una caterva de sacerdotes sanguinarios y cerriles, de los que uno solo se habría bastado para poner a media humanidad en contra de la otra media y obligarlas a matarse mutuamente. Percy Bysshe Shelley. En tiempo de Constantino existían tres emperadores, Majencio gobernaba Occidente, Maximino en Oriente y Licinio en las regiones del Danuvio, Britania Galia y luego España eran los territorios de Constantino que no dejó de guerrear jamás campaña tras campaña; su objetivo fue siempre eliminar a los que consideraba sus rivales y para ello se sirvió de una estructura nueva estado vinculando el imperio y la Iglesia cristiana. La victoria sobre Majencio en el puente Milvio, hoy Ponte Molle, marcó el nacimiento del imperio cristiano. Unos dicen que el día antes Constantino en un sueño, vio aparecer el Labarum otros que lo vio en el cielo el caso es que donde sí se coincide es que oyó in hoc signo vinces, con esté signo vencerás. Victoria celebrada con una medalla de plata de Ticino que relaciona la victoria del nuevo Moisés con la mano de dios así se inicia la militancia religiosa en los asuntos políticos, la victoria aparece como el triunfo de la nueva religión cristiana sobre la antigua.
Constantino que era hasta el 310 un adorador de Apolo y de Hércules pasó a tutelar el cristianismo aunque cierto es que, durante bastante tiempo, todavía se acuñaron monedas de dioses paganos, obviamente la que más tiempo se mantuvo en el culto oficial fue Sol Invictus, de modo que la fiesta del domingo que se instauró en el 321 se dio en llamar dies Solis con el objetivo claro de desmerecer el sábado del judaísmo y establecer el día del Señor, otra vez, una más, los orígenes solares del cristianismo que en nada fue original, se ponen de manifiesto, Constantino era pues un destacado antisemita. Muy poco antes de su muerte Constantino encargó una estatua suya al lado de la figura de Helios… se dice que jamás dejó de rezar al mismo dios… solo que a efectos políticos el cristianismo pasó a ser parte de la estructura del estado, eso a todos nos resulta, creo, muy familiar, de forma que los privilegios para el clero cristiano se encadenaron de forma escandalosa. Como muestra las órdenes que Constantino mandó al procónsul de África Anilino avisándole de los graves peligros para el Estado si se descuida el máximo respeto al poder altísimo de la divinidad celestial constatando además que era imprescindible que los que se consagran al servicio de dicha santa religión, a los que suelen llamar clérigos, queden exentos a perpetuidad de toda clase de tributos y servicios al Estado. Carta blanca pues para el cristianismo. Tras Majencio cayeron Maximino Daia y Licinio no sin antes pactar con este tras casarlo con su hermana Cosntancia, en el llamado Edicto de Milán en febrero de 313, dotar al cristianismo de entidad jurídica. Antes en el invierno del 312 al 313 Maximino atacó a Licinio, la víspera de la batalla a Licinio se le apareció un ángel del Señor (¡) y sus tropas antes de entrar en combate rezaron por la victoria, el padre de Lactancio describe el episodio como la primera guerra de religión verdadera que hubo en el mundo. Maximino murió en Tarso tras escapar de la masacre cuando Licinio que avanzaba sobre la ciudad con todas sus tropas.
Ya solo quedaban dos, dos hombres bienamados de Dios según Eusebio. Constantino inició las hostilidades contra Licinio en los Balcanes el 8 de octubre donde se dice que más de veinte mil de sus enemigos murieron, luego siguió la batalla de Filipópolis tras la cual Constantino ya dominaba Hungría, Bulgaria, Rumanía, Dalmacia, Macedonia y Grecia, fue el momento de hacer las paces con Licinio, en ese momento para Eusebio Licinio ya no era bienamado del Señor pasó a ser un pérfido enemigo. Tras diez años se preparó el desenlace final, Constantino utilizó a los cristianos para el desprestigio de Licinio el cristianismo actúo como una arma militar, por ejemplo, cercando a Licinio mediante los armenios convertidos en masa al cristianismo. En ese momento el ejercito de Constantino ya contaba con capellanes, con el lábaro o estandarte con las iniciales de Jesucristo, y claro está con el mandato divino. Por el contrario la conveniencia hizo que Licinio se decantase por intentar revitalizar el paganismo en definitiva el objetivo era el poder y la religión un instrumento para llegar a él. En el verano de 324 se preparó una gran batalla 130.000 hombres y 200 naves en el bando de Licinio y 165.000 y 350 barcos por parte de Constantino, es fácil imaginar como debió quedar el Imperio tras esa sangría económica pero nada es demasiado cuando se lucha por el Señor… El 3 de julio se consumó la derrota de Licinio, seguro que algo tuvo que ver que Constantino obligará a sus tropara por tres veces a gritar Dios todopoderoso, a ti y sólo a ti clamamos y de ti esperamos la victoria. Es decir, victoria a cambio de exclusividad…
El caso es que desde ese momento la humanidad se dividió entre buenos y malos, cristianos y no cristianos vaya. Amén de empezar el enorme enriquecimiento de la Iglesia; mediante donaciones obtuvieron grandes fincas en la capital, en el mediodía italiano en Sicilia, propiedades en Siria, Egipto. Tarso, Antioquía, Alejandría, hay que recordar que las donaciones orientales llevaban implícito el comercio libre de impuestos de especias y de esencias. Karlheinz Deschner escribe que solo la Iglesia romana recibió de Constantino más de una tonelada de oro y casi diez toneladas de plata. Además de obviamente, mandar multiplicar y difundir los libros de inspiración divina en ediciones de gran esplendor. Se erigieron Iglesias por doquier sobre las ruinas de los templos paganos. El obispo Macario de Jerusalén recibió orden de construir una basílica cuya magnificencia no sólo debe exceder a la de todas las conocidas, sino a la de cualquier monumento que pueda encontrarse en ésta o en cualquier otra ciudad. Barra libre. Todo ello con el fin de armar las estructuras de estado alrededor del control espiritual, la idea, el mensaje era que todo aquello era tan bueno como parecía y que, naturalmente, a uno le iría mucho mejor estando del lado de los buenos…
Para no extenderme más baste decir que el clero quedo exento de la genuflexión en presencia del soberano, se enriquecieron hasta extremos increíbles y gozaron de todas las prerrogativas posibles. La Iglesias quedaron libres de prestar servicio personal a la ciudad, muñera, dejaron de pagar tasas sobre los oficios, fueron autorizadas a recibir herencias lo que más tarde a que el mismo Estado se viera en la obligación de promulgar un decreto contra el expolio de los devotos más crédulos, sobre todo las mujeres. Caspar. Ya se sabe que salvar el alma, pasar al bando de los buenos, no tiene precio…
En los juicios, la palabra de un obispo era Palabra de Dios y cualquiera con un problema podía ir al obispado en busca de sentencia santa y venerable. Fue tal el pelotazo cristiano que todos los funcionarios intentaba acceder a los cargos eclesiásticos obligando al emperador a dictar: no se multiplique sin necesidad el número de eclesiásticos; y que cuando uno de éstos fallezca, se elija a otro que no tenga parentesco entre los decuriones (regidores de la ciudad). Del derecho a las herencias finalmente tras los abusos en el 370 se retiró el derecho libre de la Iglesia lo que provocó que Jerónimo protestara así: ¡bien pueden heredar los sacerdotes idólatras, los actores, los cocheros y las prostitutas!
Parece que Constantino solo se interesó por los cristianos cuando pasó a gobernar Italia y el norte de África donde eran mayoría sea como fuere tomó la decisión sincera o simulada de vestirse de príncipe cristiano y eso ha hecho que según Rudolf Hernegger escriba que no hay ningún personaje histórico cuya influencia haya permanecido tan invariable a lo largo de diecisiete siglos. Desde hace mil setecientos años ha merecido la Iglesia el epíteto de constantiniana. Todo ello no es gratis, Constantino convocaba concilios y decidía en cuestiones de fe, obvio, quien paga manda. Ordenó que se le considerará como representante de Cristo y ser enterrado como el decimotercer Apóstol. Nada que objetar por parte de la Iglesia Estado. Todavía hoy se le conoce como el Grande; Baus: una actitud de firme fe cristiana; celo misionero. Bihimeyer: una profundización gradual en el espíritu del cristianismo y una afición cada vez mayor a la religiosidad; Stockmeier: ejemplo luminoso de la cristiandad princeps christianus. Aland: cristiano según el corazón y no solo por gentos externos. La Iglesia oriental lo considera el decimotercer apóstol…
En el Sínodo de Arélate, escuchando la voces del Espíritu Santo y de sus ángeles, se excomulga a los cristianos desertores del ejército y ciento dos años después los no cristianos no pueden optar al ejército, es decir, las carnicerías quedan únicamente reservadas a los cristianos para gloria del Señor. Hans von Campenhausen en su libro El servicio militar de los cristianos según la Iglesia primitiva ilumina esta cuestión: los cristianos aún no habían asumido la responsabilidad política, y tampoco habían profundizado en la reflexiones de la Antigüedad sobre las relaciones entre la política y el Estado. Pero tal situación no podía ser duradera. La evolución era imparable, y con la extensión de la Iglesia las responsabilidades no podían quedar confinadas al terreno de la contemplación espiritual.
La evolución verdaderamente fue imparable. Eso sí de puertas a dentro en los templos y las iglesias la guerra se detenía y se debía respetar el lugar sagrado, traducido: guardemos un reducto seguro para nuestros oficiantes, el clero, los sacerdotes y los religiosos no combaten y tiene su castillo en el lugar de fe.
Cristo vence es ahora el nuevo término, lo que quiere decir que el emperador vence ergo la cruz vence.
Constantino hizo ahorcar a su suegro, ordenó el estrangulamiento de Licinio y Basiano sus cuñados, asesino al hijo de Licinio y a su propio hijo Crispo tras acusarlo de adulterio con su esposa Fausta, llamada antes de caer en desgracia esperanza del Estado. Como se puede ver una vida cristiana ejemplar que heredó su hijo Constancio con la masacre que marcó a Juliano el Apóstata. Tradición familiar.
Constantino prohibió que se erigieran estatuas a los dioses, ordenó la destrucción de todas las imágenes, confiscó la propiedades de los templos y expolio sus obras de arte; el 11 de mayo de 330 se bendecía la nueva capital, espléndida en gran parte por las riquezas confiscadas a los templos, desde ese momento se prohibieron los cultos y las fiestas paganas, retirándose también las ayudas los templos de Helios, Artemis, Selene y Afrodita, cerró el Serapión de Alejandría, el templo al dios Sol de Heliópolis, arruinó el altar de Mambre (pues allí el Señor se apareció a Abraham junto con dos ángeles…), destruyó el templo de Esculapio en Aegae el de Aphaka en Líbano. Se prohibió el neoplatonismo, etcétera. La intransigencia fue total, exclusividad y expolio. Estos días con la destrucción del templo de Palmira me ha llegado un aire familiar desde el pasado, ese viciado de la intolerancia y del desprecio por lo que no es igual a lo que tu crees poseer, pocas cosas han cambiado, entonces se pasó a cuchillo a los sacerdotes de Baal hoy se dinamitan sus recuerdos, la razón, no son de los buenos…
Por todas partes andaban robando, saqueando y confiscando las imágenes de oro y plata y las estatuas de bronce. Tinnefeid.
¡Hasta san Jerónimo no vio bien que Constantinopla se construyera con el expolio pagano!
Riquezas inmensas desaparecieron amonedadas o fueron a rellenar las arcas de la Iglesia. Voelkl.
El 22 de mayo de 337 tras recibir eso sí, el bautismo, Constantino murió, según Voltaire era una costumbre entonces recibir el bautismo antes de morir pues creían haber encontrado la fórmula para vivir como criminales y morir como santos. Hay un detalles sin mucha importancia para un personaje de su calibre, murió como un hereje pues fue bautizado por un arriano…
El arrianismo, Arriano 256-336, sostenía que Jesús era efectivamente Hijo de Dios pero negaba que fuera Dios mismo. En el concilio de Nicea 325, se condenó al arrianismo como doctrina herética aunque hubieron idas i venidas según soplaba el viento, muy típico de la estructura cristiana, finalmente de forma definitiva se le condenó herético en el Concilio de Constantinopla 381. Arriano tuvo como preceptor a Luciano de Antioquía y Constantino cuando cayó enfermo, busco remedio en los baños de Constantinopla y en las reliquia de Luciano. El tema de la divinidad de Jesús era pues más que controvertido y Constantino, para solventar el tema, llamó al concilio de Nicea. Constantino impuso su criterio ante las dos corrientes y siguiendo la constante de quien paga manda decantó la balanza a favor de la corriente que defendía que Jesús era de la misma sustancia que el Padre, los obispos arrianos del concilio cedieron en sus posturas, cosa por cierto nada sorprendente, y a partir de ese momento Constantino ordenó que los escritos de Arriano fuesen quemados. Siguiendo con la coherencia habitual después, el mismo Constantino, apoyó el Arrianismo, según Harold Brown para el año 361, una generación después de Nicea, la victoria de los arrianos parecía total. Finalmente Teodosio en el Segundo Concilio Ecuménico de Constantinopla da paso a lo que hoy conocemos como el concepto de Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo claro pues, la Trinidad en marcha…
El caso es que, si se me permite, es un poco como si Constantino fuera bautizado por los Testigos de Jehová actuales que guardan bastantes similitudes con las posiciones arrianas. Tema baladí tratándose del príncipe del cristianismo…
Con su comedimiento habitual Juliano el Apóstata le calificó de renegado e innovador y destructor de antiguas y venerables constituciones.
Todo acabó con Juliano el Apóstata, desde el momento de su muerte el mundo se sumerge en el dominio y la represión de la Iglesia cristiana, la luz de oriente se apaga lentamente.
Los intentos del maniqueísmo en sus diversas formas, hasta llegar al catarismo, y de personajes tan relevantes cono Federico II son vanos, un cristianismo totalitario, político, conquistador y alejado de sus orígenes mágicos imperará, convirtiendo el fuego divino en una trémula llama.
Entrar en el juego tan familiar de buenos y malos no es un buen tema, el caso es que este momento histórico que he intentado resumir, es fundamental para la historia que conocemos pues ha marcado el devenir del mundo y en su eje se proyecta la eterna dicotomía entre el fluir de la vida con sus ciclos cósmicos, la belleza y la magia de todo lo animado e inanimado, el simbolismo subyacente en cada rincón del universo que nos transporta al mundo libre de la consciencia plena, el equilibrio cielo/tierra y por contra el dominio de la tierra, y dominad, en favor del cielo, la culpa y el pecado, el sudor y la pena, el olvido de la plenitud del momento por la promesa del futuro. La fiesta de la vida pasa a ser un tránsito farragoso. La ciencia de los fosfenos de la que claramente se nutre el cristianismo queda totalmente velada tras enrevesados simbolismos y solo accesible a unos pocos y todo ello en secreto y no solo eso, la ilusoria pretensión de originalidad del cristianismo se muestra aquí más que maltrecha pues todo su mensaje gira alrededor de la luz, y desde el origen del hombre han existido maestros de la luz, de la ciencia de la luz, de la ciencia de los fosfenos, en toda la liturgia cristiana, en cada rincón de su mensaje existe la luz, la luz interior de fosfeno y los ejercicios iniciáticos que el hombre siempre ha practicado. Triste y doloroso olvido por parte del cristianismo, el reconocimiento a sus orígenes y a su esencia, enmascarándolos con un almidonamiento estructural que hace imposible, excepto a los iniciados, desentrañar su mensaje original.
La integración de los símbolos del judaísmo ya sean propios o adoptados del paganismo en la época grecorromana, de otros utilizados desde el Neolítico o de la cultura sumeria, en fin, el universo de la religiosidad cósmica tamizado por el cristianismo se rinde ante él en un proceso de dilución y olvido. Como ejemplo el sinfín de héroes conquistadores de dragones, en palabras de Eliade, desde Gracia hasta Irlanda y desde Portugal hasta los Urales, pasan a ser uno en el cristianismo, san Jorge. Otro muy claro sería el tema de la resurrección de los cuerpos, la comparación del cuerpo resucitado con una vestidura celeste, recuerda sin lugar a dudas, las investiduras de que tan abundantemente habla la teología mazdeísta. El dato de que los cuerpos de los justos resplandecerán se explica estupendamente por la religión persa de la luz. J. Dchesne-Guillemin, La religión de l’Iran ancien.
Es posible, como ya comenté en Los señores de la luz, que la escenificación suprema de la quiebra del paganismo sea el incendio de Eleusis en el 396 por Alarico, dice Eunapio que un gran iniciado en los Misterios de Mitra, sí, ese que era llamado el buen pastor, recibía el nombre de el redentor, que debía volver al mundo para juzgar a los hombres, nacido de una virgen el 25 de diciembre, adorado por pastores y magos… fue el último hierofante de Eleusis, después vinieron los godos de Alarico seguidos dice, de hombres vestidos de negro, los monjes cristianos, y así el templo más importante de Europa desapareció… Aunque todavía hoy de habla en Eleusis de santa Demetra, lo que no tiene mucho sentido cristiano porque nadie llamada así es un santa, aunque hasta comienzos del siglo XIX todavía se cubría con flores una estatua que llevaba su nombre para asegurarse la fertilidad de los campos, el obstinado y persistente rumor de los ciclos cósmicos… aunque quizás la aparición más poética de Demeter fuera en 1940, se comenta que en un autobús de Atenas a Corinto subió una anciana sin dinero para pagar el billete y obligada pues a bajar en la siguiente estación, que casualmente era Eleusis, en ese momento se dice que el autobús no arrancó hasta que, tras una recolecta promovida por los viajeros el billete de la anciana se abonó, fue entonces cuando de nuevo el autobús pudo reemprender su marcha y cuando la anciana les espetó: deberías haberlo hecho antes, pero sois unos egoístas. Como ahora estoy entre vosotros, o diré otra cosa: seréis castigados por la forma en que vivís: os veréis privados hasta de las hierbas y del agua. Tras pronunciar estás palabras desapareció. El suceso se publicó en el periódico Hestia.
Los pasajeros para asegurarse de lo que realmente había pasado, revisaron el taco de billetes y sí, faltaba el de la anciana. Un bonito relato pagano…
El Galileo triste como, Juliano el Apóstata llamaba a Jesucristo, reinará hasta nuestros días…
Por deleite cultural y como elemento de evidencia de la evolución histórica del concepto luz desde los orígenes de la humanidad hasta nuestros días, te invito a revisar los artículos de los Señores de la luz.