Los siete chakras activados con fosfenos
La relación de los fosfenos Dr. Lebebure Methods con los siete chakras es directa, el hecho de que el fosfeno, la luz interior que se manifiesta tras una observación fija de una luz exterior adecuada, se situé en el lugar del chakra ajna y gire y pulse con un ritmo propio, junto con el hecho de que sea energía que emana del cerebro, ya es suficiente para dar una idea de que chakra y fosfeno bailan juntos con la música del espíritu. Chakra, en sánscrito «rueda» se define por la tradición hindú como un torbellino de energía situado, dependiendo del chakra, en diversas partes del cuerpo. Descripciones similares están presentes en culturas o movimientos dispares en tiempo y en lugar, el sufismo, el tantrismo, el budismo tibetano, la kábala etc.
La constante que prevalece siempre cuando se describen los siete chakras es la rotación, la espiral, se entienden los siete chakras como vórtices de energía que tienen relación con puntos energéticos estratégicos del cuerpo, de hecho se relacionan los siete chakras con el sistema glandular endocrino que de algún modo sería la precipitación, la manifestación física de los siete chakras, aunque en muchas ocasiones se describe esta asociación sin el rigor que debiera, por ejemplo, se relaciona el sexto chakra con la hipófisis y el séptimo chakra con la epífisis con el único supuesto argumento de que la epífisis esta situada ligeramente más arriba que la hipófisis, es decir, en supuesta correspondencia con el chakra sahasrara, cuando por anatomía, por histología e embriológicamente la epífisis se asemeja claramente con el ojo así pues con el sexto chakra, el chakra del entrecejo. Los movimientos oculares están regulados por los cuadrigéminos entre los que se encuentra la epífisis.
Las fibras ópticas que vienen de las capas ópticas convergen hacia la base de la epífisis y de allí irradian hacia el cerebelo, además el tercer ojo de algunos lagartos ya sean actuales o prehistóricos no es más que una epífisis hipertrofiada. Por si fuera poco el Dr. Lefebure cita de Les Pinéalomes de Pierre Grabiel la constatación de que aparecieron tumores en la epífisis en personas aquejadas de crisis extremas de misticismo. En cambio se puede observar como la hipófisis esta situada en la base del chakra sahasrara y controla las demás glándulas endocrinas así como el chakra coronal controla, tiene los poderes y es un resumen, del resto de los siete chakras.
En la descripción de los siete chakras y de los ejercicios para activarlos y equilibrarlos observaremos que una vez más se pone de manifiesto uno de las leyes del espíritu que el Fosfenismo ha evidenciado desde hace muchos años: un órgano tiene tanta más importancia en el desarrollo espiritual cuanto que más atrofiado está en el plano físico, después del estado embrionario. Esto se pone de manifiesto claramente en el chakra manipura por el que según la más antigua tradición, circula el aire espiritual a través del cuerpo y los chakras anahata y ajna con el timo y la epífisis glándulas muy activas en el embrión y poco desarrolladas en el adulto.
Es muy interesante prestar atención a ciertas homologías relacionadas con los siete chakras como centros psíquicos pues el final se parece al principio, una ley que encontramos también en otra forma, ésta: el anciano se parece al niño. El recién nacido tiene la cara arrugada; tiene dos glándulas endocrinas más activas que un adulto: la epífisis y el timo; en cambio, las glándulas sexuales son menos activas; los miembros son pequeños y la cabeza, grande. Cuando, con la edad, la actividad sexual disminuye, la piel se arruga, el timo se desactiva y también la epífisis. La actividad muscular disminuye en el anciano, y la vida se concentra en el psiquismo.
Son siete los chakras principales, los siete chakras están alineados, cuando su funcionamiento es armónico, desde la base de la columna vertebral a la parte más alta de la cabeza. Cada chakra se relaciona con una experiencia sutil, física y emocional y se representa con una flor de loto. Los siete chakras actúan como recolectores de la energía que según muchas tradiciones anima el universo con consciencia, el ki, el prana, el chi etc. que fluye por el organismo por unos canales conductores denominados nadis, verdaderas arterias de la energía ki, hasta alcanzar los chakras y arremolinarse en un vórtice energético que da paso a lo que se denominan los cuerpos energéticos, es decir, los chakras son «estaciones de transbordo» de la energía ki que vincula los diversos cuerpos energéticos. El cuerpo físico, el astral, el mental, el espiritual y el consciente, se unen por unas matrices a modo de estaciones transformadoras entre mundos energéticos muy distintos y los siete chakras son los botones con los que las matrices de abrochan a los cuerpos.
La representación de los siete chakras como pétalos está relacionada con el número nadis que llegan a los chakras y varia en cada uno por ejemplo, en el chakra de la cabeza, chakra de la coronilla, cientos de ríos de energía desembocan en él, en cambio en el chakra raíz son cuatro los nadis que confluyen. Todos los chakras se unen desde su eje con un canal central situado en el centro de la columna llamado sushumna por el que fluye la energía kundalini, que mediante el descubrimiento de la «meditación giroscópica» del Dr. Lefebure podemos despertar con el «giroscopio» verdadera máquina de despertar kundalini y de activar los chakras. Cuando la kundalini despierta sube por los chakras, desde el primer al séptimo chakra, en un movimiento arremolinante, helicoidal, que al alcanzar el séptimo ckakra deviene en un estado de iluminación interior y de purificación de los sentimientos y de los pensamientos, así la energía sube de rueda en rueda hasta alcanzar el chakra sahasrara.
En el momento en el que nuestro pensamiento se impregna de la rotación (todo gira, pulsa y vibra en el universo) es muy fácil hacer girar la rueda (chakra) para así activarlo y despertarlo a la conciencia y a los estados que dicho chakra representa y gobierna. Una condición básica para la creación e un campo magnético es que el movimiento del fluido que lo genere sea helicoidal, la rueda, el chakra gira, y además tal como describimos en la nota sobre el trabajo de la doctora Esther del Río, en los siete chakras podemos encontrar microcampos magnéticos originados por una concentración ferroso-férrica de macromoléculas de hierro. Los chakras giran en un plano vertical mientras la energía que los anima y que sube por la columna, kundalini, gira ascendiendo, enrollándose en un plano horizontal, sin embargo dos de los siete chakras, el primer chakra y el séptimo chakra, giran en un plano perpendicular al resto de chakras y como veremos más adelante, curiosamente representados como notas de base.
Es por cierto estimulante la homología de los cinco chakras y kundalini y las manchas solares, y apasionante la de los jets expulsados por los quásares en direcciones opuestas y los chakras muladhara, primer chakra, y sahasrara, séptimo chakra. El primer chakra y el séptimo chakra guardan una perfecta homología, el nacimiento y la muerte, morir para nacer en el espíritu, el alma entra por el chakra primario y lo abandona por el chakra de la coronilla, es claro aquí el ejercicio realizado por los monjes tibetanos de practicar masajes circulares en la coronilla del difunto para ayudar al alma a desprenderse por el séptimo chakra. Así el camino desde el instinto al espíritu se alza desde el chakra basal hasta el chakra de la coronilla serpenteando rítmicamente de rueda a rueda, de chakra a chakra, pasando por los tres primeros vinculados a competitividad, al sexo, al poder, a la subsistencia, para llegar al espíritu, al amor, a la pura iluminación divina.
El viaje de la vida está hecho de amor pero también de tensión, de instintos y emociones comunes a todos, de ambición, de compasión, de comunión, de gratitud, de creatividad, etc. Cuando nos rompen el corazón nos hieren el chakra anahata, cuando tenemos un nudo en la garganta nos atenazan el chakra vishuddha, cuando tenemos los nervios en el estómago el chakra manipura se resiente, etc. etc. Cada situación, cada pensamiento y emoción dejan su huella y nos tocan en lo físico y en lo sutil desde y el hombre desde su sabiduría atávica lo ha expresado clara y constantemente.
Los siete chakras pueden estar desequilibrados tanto por un exceso como por un déficit y la salud del individuo tanto física como emocional o sutil se encuentra en el equilibrio de cada uno de los siete chakras. El chakra radical puede estar sobreexcitado y provocar ira, mala sangre, o estar «dormido», sin sangre. El chakra sacro con excesiva actividad genera una explosión de los sentimientos de forma incontrolada, llorar como una Magdalena, o bien ser frio como el hielo en caso de inacción del chakra. El chakra manipura puede actuar por debajo de su equilibrio y verbalizarse este en el no puedo, no llego o bien al contrario trabajar desmesuradamente y querer controlarlo todo. Cuando el chakra anahata no está despierto es como si el corazón se nos parara y cuando está sobre activado nos palpita el corazón. Si el chakra vishuddha no está equilibrado sentimos un nudo en la garganta si le falta energía, y hablaremos sin ton ni son caso de que este estimulado en exceso. En el momento en el que el sexto chakra sufra una disfunción por baja actividad estaremos hechos un lio o sentiremos que la cabeza nos va a estallar si es por una exceso de actividad. El séptimo chakra integra los siete chakras y es el asiento de la personalidad plena, si esta equilibrado, del goce completo desde y con el mundo de la conexión espiritual más consciente, en definitiva se nos ve resplandecientes, por el contrario su hipofuncionamiento nos convierte en alguien sin ángel, sin alma…
Según el yoga, cada centro psíquico, o chakra, se corresponde analógicamente con un «mantra» aunque existen diferencias en estas correspondencias según las tradiciones, salvo con un chakra: todas las escuelas están de acuerdo en que el centro del cuerpo etérico situado entre los dos ojos, el chakra ajna, se corresponde con el mantra OM. Y esta tradición se ve corroborada por la anatomía, al menos si aceptamos el principio de las correspondencias por analogías. De hecho la O se traduce en el oscilógrafo catódico por un círculo, por consiguiente, pronunciado en tonos diferentes, el O agudo se traduciría por un círculo de radio pequeño, el O grave, de radio grande, y que un deslizamiento de uno a otro aparecería como una sucesión de círculos concéntricos.
La letra M aparece en la pantalla como una serie de rectas. Asociemos estas dos formas. Obtenemos círculos concéntricos y una multitud de radios que emanan del centro. El órgano del cuerpo humano en que esta estructura se manifiesta más netamente es el iris. Las fibras circulares provocan su contracción, las fibras radiadas su dilatación. Según los sujetos, se ve más una u otra estructura pero siempre existen las dos, en proporción equilibrada. En la pequeña descripción de cada chakra que realizamos no nos detendremos en los mantras específicos para cada uno de los siete chakras, para ello ya está el maravilloso libro El nombre natural de Dios OM y los mantras pero sí queremos destacar la certera analogía entre OM y el sexto chakra que es el del fosfeno. El órgano físico en el cual aparece claramente una forma que manifiesta una polaridad existente entre la O y la M, tal como el oscilógrafo catódico pone de manifiesto, es por tanto, el ojo. El órgano del cuerpo etérico situado entre los dos ojos, llamado ajna chakra, también es considerado como el signo del tercer ojo. Por tanto, si trabajamos con la repetición del OM en sus diversas modalidades, dirigiremos nuestra atención hacia el espacio situado entre las cejas, el sexto chakra. Según la Real Academia Española de la Lengua mantra significa: en el hinduismo y en el budismo, sílabas, palabras o frases sagradas, generalmente en sánscrito, que se recitan durante el culto para invocar a la divinidad o como apoyo de la meditación.
Es claro que la recitación debe ser rítmica para apoyar la meditación o la transcendencia, del mismo modo que nadie se imagina recitar las tablas de multiplicar arrítmicamente o escuchar una canción sin ningún ritmo; de ese modo la mantralización ayuda a que la cuerda de violín de los centros psíquicos, los siete chakras, vibren armónicamente. Los siete chakras se abren con el ascenso de kundalini, la fuerza oculta en forma de remolino que yace oculta en el chakra primario, por la repetición de los mantras. Kundalini no es otra cosa que la fuerza del pensamiento rítmico. Las múltiples resonancias que engendra un ritmo en el cerebro se combinan creando en la imaginación visual una forma en torbellino, es decir, el pensamiento rítmico auditivo, es decir, el mantra, se difunde en el conjunto de la masa cerebral, engendrando ritmos dicha imaginación que, combinándose, crean un movimiento en forma de remolino que sube por los siete chakras.
Los siete chakras son vórtices, nudos de cuerda en un sistema vibratorio, donde la nota de base, o primer armónico, se corresponde con los puntos inmóviles de las dos extremidades, (como anticipamos en relación al plano de su giro, el primer y el séptimo chakra) el segundo armónico con el nudo de la mitad, el tercer armónico con el nudo del tercio y de los dos tercios, el cuarto con el cuarto, el quinto con la mitad y con los tres cuartos, y así sucesivamente hasta el infinito, es evidente pues que existe una correspondencia entre los chakras y las notas de la escala que vienen determinadas por los armónicos naturales de una cuerda vibrante.
Si algo caracteriza el trabajo de Dr. Lefebure Methods es la búsqueda de denominadores comunes en los procesos de expansión de la conciencia por ello acostumbramos a hablar de Fosfenismo como una escuela iniciática que explica la información subyacente a cualquier técnica, iniciación o religión, y en la descripción y explicación de los siete chakras que proponemos esto se pone una vez más de manifiesto, tan claramente como el hecho de que la luz del fosfeno ha guiado a la humanidad desde su origen y nadie, hasta Fosfenismo, lo ha explicado; precisamente hablando de cuerdas que vibran los científicos intentan explicar la realidad de todas las cosas con una teoría final, theory of everything, es decir, la teoría de cuerdas o teoría unificada de todo. Según la teoría de cuerdas todo, absolutamente todo, está basado en las combinaciones de unos hilos vibratorios de forma que las propiedades de cualquier partícula no son más que un reflejo de los distintos modos en los que una cuerda puede vibrar, la «música» de su vibración, dicho de otro modo, la realidad, no es más que las notas que surgen cuando las cuerdas vibran.
Los siete chakras son nuestra cuerda principal y según su vibración nos manifestamos en la emoción, en nuestro pensamiento y en nuestro espíritu, solo que ahora sabemos las leyes que los rigen gracias al trabajo de Fosfenismo y del mismo modo que entramos directamente mediante el fosfeno en el chakra ajna con los ejercicios fosfénicos y la explicación de las leyes del espíritu que nos ofrecen, podemos hacer vibrar nuestra cuerda de forma coherente para crear nuestra realidad en la tierra y en el cielo. Los siete chakras son una perfecta homología de la vida y de su significado, muy a menudo encontramos personas con grandes desequilibrios muy fuertes en algún aspecto pero débiles en otro, muy capaces en una faceta de la vida y muy deficientes en otra, el equilibrio es vital y cuando se rompe aparece la enfermedad y la infelicidad que son su manifestación, sentimos dolor y muchas veces ignoramos, o queremos ignorar, la causa, es fácil, no la vemos, claro que tampoco vemos la electricidad pero notamos sus efectos… Cuando alguno de los chakras se sobreexcita o duerme tarde o temprano aparecerá el problema. Las cosas suceden y nunca son importantes, lo que es importante siempre es como vivimos lo que sucede, así en determinados momentos podemos sentir los efectos de una emoción desequilibrante, de un estrés psicológico y sentirnos mal, y enfermar.
La luz equilibra, la luz sana, la luz limpia y depura, los sentimientos y las emociones, así con el Fosfenismo dispone de una herramienta maravillosa para equilibrar sus chakras, la luz del fosfeno despierta dulcemente al chakra que duerme y relaja al chakra sobreexcitado. Le invito a leer una experiencia espontánea de proyección del fosfeno sobre el quinto chakra de una persona no avisada y conectada a un aparato de medición, por si no fuera suficiente las personas que proyectaron el fosfeno sobre el chakra de la garganta del sujeto pasivo, tampoco sabían que participaban en una experiencia de proyección de la energía del fosfeno sobre uno sus siete chakras.
Cuando los siete chakras se comunican con el mundo y con el espíritu armónicamente el hombre consigue ser consciente de su divinidad. Aunque hay que decir que en definitiva lo que todo el mundo deseamos es ser queridos y poder querer, es decir, el chakra del corazón actúa como recurso fundamental para deshacer los nudos de los otros chakras, por esa razón el ejercicio que describimos para el chakra anahata es una buena llave maestra, dicho esto, el resto de ejercicios para cada uno de los siete chakras, son extremadamente poderosos y actúan de modo muy quirúrgico sobre las interrelaciones de dicho chakra con las emociones, los sentimientos o el espíritu.
En ningún caso hemos pretendido realizar un análisis exhaustivo de los siete chakras, esto es una web divulgativa no un libro ni un curso de Dr. Lefebure Methods, pero si que ofrecemos una descripción de cada uno de los siete chakras y sobre todo unos ejercicios de Fosfenismo para tomar conciencia de cada uno de ellos. Si quiere profundizar y se dueño de sus experiencias le recomendamos que asista a los cursos de Dr. Lefebure Methods en los que los siete chakras de manera obvio se viven y sienten los las técnicas de Dr. Lefebure Methods.
Características ampliadas de cada uno de los siete chakras:
Primer chakra, chakra muladhara, chakra basal
Segundo chakra, chakra swadhisthana, chakra del sacro
Tercer chakra, chakra manipura, chakra del ombligo
Cuarto chakra, chakra anahata, chakra del corazón
Quinto chakra, chakra vishuddha, chakra de la garganta
Sexto chakra, chakra ajna, chakra de la sabiduría
Séptimo chakra, chakra sahasrara, chakra de la coronilla
Nota sobre el trabajo de la doctora Esther del Río y su relación con los siete chakras:
Nos parece muy importante reseñar y compartir aquí la investigación de la doctora Esther del Río, que ha basado parte de sus investigaciones en demostrar que el agua del cuerpo humano está compuesta de «clatratos» que permiten que la luz (siempre la luz, siempre el Fosfenismo y la activación que produce en el fondo de todo), es decir, la información, se transmita de forma casi inmediata por todo el cuerpo formando moléculas de cristal líquido que se relacionan con una red magnética distribuida por todo el cuerpo. Es evidente la importancia de los fosfenos y del trabajo del Doctor Lefebure con la sincronización de las células nerviosas mediante el pensamiento rítmico, en este proceso de información biofotonica, siguiendo la expresión de F. A Popp, aplicado a la activación de los siete chakras que acabamos de mencionar. Antes que describirlo personalmente prefiero adjuntar, en cursiva, parte de una entrevista que la revista Discovery Dsalud realizó con la doctora:
El hecho de que todo organismo esté formado por protoplasma, sustancia vital que se caracteriza por movimiento y respuesta en millonésimas de segundo, nos hizo pensar que el líquido que lo conforma pudiera tener otra estructura molecular que operara en ese tiempo. El agua -H2 O- es una sustancia de características químicas sui generis debido a la bipolaridad de su molécula y como resultado de ello es el mejor solvente del mundo. Tiene además otras características idóneas para resguardar la vida. Pero en lo que se refiere a su conductividad no es del mismo orden de respuesta que el protoplasma. Así que decidimos iniciar la búsqueda en la estructura molecular del agua del mecanismo que permite que esa respuesta se produzca en millonésimas de segundo.
La propuesta de nuestro proyecto es que el agua de nuestros tejidos es en su mayor parte cristal líquido en forma de clatrato (H2O)37; es decir, un estado intermedio de la materia (mesomórfico), estable y que por ser cristal líquido conserva las propiedades de los líquidos más las propiedades de los cristales ópticos; y lo más importante: es capaz de guardar memoria.
Por eso mismo al incorporar este concepto confirmamos que somos el mejor ordenador del mundo y que toda célula se comunica a través de una pantalla de cristal liquido capturando y mandando hologramas que pueden ser codificados.
Es decir, la luz recorre nuestro organismo llevando información.
La propuesta del agua como cristal liquido dentro de los tejidos en su estructura de (H2O) 37 es la única que satisface la transmisión de la información -tanto eléctrica como electromagnética, interna o externa- de todo organismo vivo. Esta posibilidad quedó confirmada cuando en la segunda investigación descubrimos una red ferroso-férrica conformada por macromoléculas de hierro ferroso-férricas en sus formas cristalinas romboides y tetraédricas que trabaja intermitentemente produciendo energía electromagnética por diferencia de potencial. Tanto los cristales líquidos como la red ferroso-férrica conforman un sistema de información en donde cada macromolécula de hierro funciona como un microcampo magnético rodeado de agua cristal líquido (H2O)37 y otros elementos alcalinotérreos y metaloides. Parece que estamos a un paso de confirmar la estructura energética de los chakras y Del Río da ese paso.
Cabe destacar que estas macromoléculas de hierro oxidadas y reducidas se encuentran más densas en el centro del cuerpo conformando un eje que corre enfrente de la columna vertebral donde se destaca la presencia de esferas compuestas de macromoléculas reducidas y oxidadas con una velocidad de intermitencia más fuerte por el rebote de las energías producidas las cuales tienen movimientos helicoidales hacia arriba y debajo de este eje. Estas esferas magnéticas nos recuerdan a los chakras o centros de energía que fueron expresados en un principio en libros muy antiguos y después retomados por los vedas.
Esa red compuesta de microcampos magnéticos ha sido vista a través de aparatos de rayos X modificados con electroimanes pudiéndose observar el cuerpo lleno de luces fluorescentes e intermitentes con densidades de magnetitas abundantes en donde se encuentran las glándulas mas importantes del cuerpo coincidentes con los sitios en donde se han mencionado la existencia de chakras. En conclusión, cada chakra está conformado por miles de magnetitas ferroso-férricas formando verdaderas esferas. Y es importante mencionar que estas esferas se encuentran en los lugares donde están las glándulas más importantes del cuerpo así como también son coincidentes con lo expresado en estos libros. Tales centros de energía son 7 y se localizan en los órganos sexuales, en las suprarrenales, entre el hígado y el páncreas, en el timo, en la tiroides, en la pineal y en la hipófisis. De ahí podemos deducir que este orden magnético protege al orden bioquímico a través de los cristales líquidos de los chakras y las glándulas.
Francesc Celma i Girón
Director de Fosfenismo España e Iberoamérica
fosfenismo@fosfenismo.org