Experiencias cercanas a la muerte, fosfenos y biofotones

Experiencias cercanas a la muerte fenómeno recurrente. Independientemente de la edad, cultura, etcétera, la aparición de una luz, también de un túnel, incluso paisajes celestiales, luces brillantes, seres espirituales, en definitiva, una representación visual variada, pero con aspectos siempre comunes. Esta luz podría estar relacionada con una representación visual biofísica, conectada con procesos biofotónicos producto de fotones bioluminiscentes que actuarían cuánticamente.

La producción masiva de radicales libres generaría una cascada de biofotones bioluminiscentes en todo el cerebro, pero especialmente, en las áreas visuales. Sería entonces cuando aparecerían los fosfenos, que se interpretarían como pertenecientes al mundo visual externo.

Hasta ahora, la relación de los fosfenos con las experiencias cercanas a la muerte es un aspecto que científicamente nunca se había valorado, pero actualmente empieza a tomar consistencia la posibilidad de un nuevo enfoque a la luz de los últimos descubrimientos sobre los fotones biológicos como responsables de la comunicación celular. El sistema límbico hiperestimulado durante las ECM, una afectación del lóbulo temporal, desequilibro en ciertos neurotransmisores, alteraciones electrolíticas, presencia de la fase del sueño REM, también la falta de oxígeno en el cerebro, exceso de dióxido de carbono, son solo algunas de las explicaciones que los expertos utilizan para explicar las experiencias cercanas a la muerte.

Las justificaciones psicosociales también tienen apasionados defensores, es decir, se produciría una expectativa de vida ante la inminente desaparición de la consciencia. Por ejemplo, la memoria de la salida por el útero durante el nacimiento, produciría una esperanza psicológica que actuaría como defensa y que interpretaría los patrones almacenados en los recuerdos subconscientes, luz al final del túnel.

Fosfenos y biofotones

En Biophotons as neural communication signals demonstrated by in situ biophoton autography, Y. Sun, C. Wang y J. Dai, han demostrado que las neuronas pueden conducir señales fotónicas. También se ha evidenciado la emisión de biofotones dependientes de la actividad neuronal en el hipocampo del cerebro de una rata, este trabajo fue dirigido por el dr. Kataoka-Yahiro y reportado en Activity dependent neural tissue oxidation emits intrinsic ultraweak photons. De hecho, los biofotones pueden vehicular información a lo largo de las fibras neurales, como consecuencia, considerarse un medio de comunicación neuronal.

El dr. Wang, I. Bókkon, J. Dai y Antal, en Spontaneous and visible light-induced ultraweak photon emission from rat eyes, constataron la existencia de una emisión espontánea y visible de biofotones inducidos por la luz en un ojo de rata completo, lente, humor vítreo y retina aislados. Su propuesta es que los fosfenos, entendidos como una imagen de persistencia retiniana, tienen su origen a partir de biofotones bioluminiscentes que existirían dentro de los ojos. Durante la visión normal, los ojos están expuestos a fotones que serían los responsables de producir ese ruido de fondo biolunimiscente.

Aunque sea una obviedad, habría que recordar que la retina es parte del sistema nervioso central. Por lo tanto, los fosfenos estarían relacionados directamente con los procesos bioeléctricos y biofotónicos del sistema nervioso central. De lo que devendría que la emisión biofotónica dentro de las neuronas estaría correlacionada con los fosfenos. Además, y lo que es quizás más importante y lógico, los fosfenos inducidos por una estimulación externa, producirían una estimulación biofotónica del sistema nervioso central y con ello del campo neural.

Incluso, István Bókkon, doctor de Ciencias Farmacéuticas y Farmacológicas por la Universidad de Semmelweis, Hungría, ha sugerido que pueden surgir imágenes biofísicas debidas a biofotones implicados en la transferencia de electrones, modificándose el estado oxidativo entre distintas reacciones químicas, perdiendo así uno de los reactivos un electrón y recibiéndolo el otro. Es decir, ciertos fosfenos, por ejemplo, los provocados por drogas, radiaciones ya sean magnéticas o eléctricas, además de los producidos por procesos mecánicos, según Bókkon, aparecerían por una sobreproducción de radicales libres y de biomoléculas excitadas que, al sobrepasar un punto crítico generarían imágenes mentales. Además, Bókkon especula que la peroxidación lipídica de la retina y el metabolismo oxidativo, producirían biofotones que serían los responsables de la energía residual que se observa en las células fotorreceptoras de la retina encargadas de la visión en condiciones de baja luminosidad, es decir, los bastones. El cerebro interpretaría estos fotones bioluminiscentes o biofotones de la retina del mismo modo que si se originaran en el mundo externo.

Podemos entender los fosfenos, además de como imágenes de persistencia retiniana, a manera de representaciones visuales biofísicas. Entendiendo que los fosfenos se pueden producir estimulando la corteza visual sin que medie una transducción fotónica, es posible inferir que, tanto estos como los provocados retinalmente, aparecen por procesos similares y tras ello, que claramente pueden deberse a biofotones ultra débiles transitorios y localmente numerosos. Los procesos metabólicos oxidativos producidos durante las experiencias cercanas a la muerte, podrían ser los responsables de la percepción de la luz del fosfeno. Sin embargo, los trabajos de S. Imaizumi, T. Kayama y J. Suzuki, publicados en Stroke, Chemiluminescence in hypoxic brain, the first report. Correlation between energy metabolism and free radical reaction, revelaron que la bioluminiscencia se mantuvo alta incluso hasta 30 minutos después de provocar un estado de hipoxia, es decir, los valores bioluminiscentes y el metabolismo de la energía implicarían la aparición de una reacción de radicales libres, tanto en el cerebro hipóxico como en el post-hipóxico. Eso sugeriría que la manifestación de imágenes visuales biofísicas, es decir, de fosfenos, según la investigación de István Bókkon, N. Birendra,  Mallick, y Jack A. Tuszynski, en Near death experiences: a multidisciplinary hypothesis, podría producirse en cualquier fase de las experiencias cercanas a la muerte o ECM.

Fosfenos, fotones y biofotones

Las experiencias visuales intrínsecas durante las ECM, podrían relacionarse con representaciones visuales biofísicas vinculadas a redes neuronales organizadas retinotópicamente en la corteza visual primaria, V1. Estos patrones se generarían mediante fotones bioluminiscentes producidos por procesos redox. Además, está formulación encajaría con la teoría pictórica de Stephen Michael Kosslyn, profesor de la Universidad de Harvard, según la cual las imágenes mentales serían fenómenos funcionales espaciales, casi como fotografías, lo que implicaría, según Kosslyn, que las imágenes y la percepción visual comparten redes neurales comunes; tanto unas como la otra, inducirían la activación de la corteza visual primaria, regiones estriadas V1, y de las áreas visuales corticales extraestriadas, también llamadas V2, V3, V4, y V5. Las dos regiones cerebrales estarían organizadas retinotópicamente.

De modo que, los fosfenos provocados por un estímulo lumínico adecuado estarían activando, de forma directa, áreas cerebrales vinculadas con patrones de experiencias visuales biofísicas.

Biofotones y visión

Así pues, la información visual viajaría por las vías axonales produciendo, simultáneamente, biofotones, hasta llegar al mapa neural retinotópico de la corteza visual V1. Allí, posiblemente por procesos redox mitocondrial, los biofotones organizados coherentemente crearían espacial y temporalmente imágenes en el área visual primaria. Es decir, la información visual de la retina se representaría mediante biofotones, que crearían unos píxeles neurales de distribución topológica de las señales fotónicas de la retina. Este sería el proceso en la percepción visual, en la imaginería, durante el sueño, también en los estados alucinatorios y, obviamente, en las experiencias cercanas a la muerte.

En el concepto expuesto por István Bókkon, N. Birendra, Mallick, y Jack A. Tuszynski, esta representación visual biofísica, este punto álgido de excitación en las estructuras visuales, no estaría circunscrita únicamente a las experiencias cercanas a la muerte, sino que se debería a fenómenos visuales entópticos, fosfenos que podrían producirse en circunstancias totalmente alejadas de episodios como paros cardiacos, anoxias, etcétera, es decir, durante situaciones patológicas.

Consciencia y experiencias cercanas a la muerte

En Surges of Electroencephalogram Activityat the Time of Death: A Case Series, los investigadores S. Lakhmir, Chawla, Seth Akst, Christopher Junker, Barbara Jacobs, y Michael G. Seneff, desconectaron los dispositivos de soporte vital en pacientes terminales sin problemas neurológicos y los monitorearon con un EEG. Al disminuir la presión arterial, la actividad electrográfica descendió. Sin embargo, tras ese debilitamiento, observaron un pico muy intenso de entre uno y cinco minutos, incluso en uno de los EEG apareció una onda de alta frecuencia, oscilaciones gamma, que normalmente se asocian con la conciencia.

Roger Penrose y Stuart Hameroff, proponen la llamada reducción objetiva orquestada, un proceso cuántico soportado por las estructuras microtubulares. La hipótesis afirma que la conciencia estaría vinculada a la actividad cuántica presente en las neuronas. El funcionamiento de la red de microtúbulos de las neuronas y sus axones, se explicaría mediante unas funciones de ondas entrelazadas. Según Hameroff y Chopra, End of Life Brain Activity A Sign of the Soul? los trabajos de Chawla y su equipo, mostrarían que las oscilaciones de alta frecuencia responderían a estados cuánticos persistentes, aún y cuando las funciones cerebrales se hubieran detenido por falta de energía.

El doctor Jimo Borjigin, observó oscilaciones sincrónicas de actividad cerebral gamma en cerebros de ratas tras una parada cardiaca, que fueron superiores a las del estado de vigilia. Parece que el vínculo alga-gamma estaría relacionado a su vez, con una sobrestimulación de la corteza visual. Borjigin afirmó que, era factible que ocurriera lo mismo en el cerebro humano, y que un nivel elevado de actividad cerebral y conciencia, podría dar lugar a visiones cercanas a la muerte. El hecho de que vean la luz tal vez indique que la corteza visual en el cerebro está altamente activada, y tenemos evidencia que sugiere que este podría ser el caso, porque hemos visto aumento de gamma en el área del cerebro que está justo encima de la corteza visual.

Perspectiva fosfénica de la escuela de Dr. Lefebure Methods de las experiencias cercanas a la muerte

La correlación entre la actividad bioquímica del cerebro y la emisión biofotónica parece clara, a su vez las oscilaciones gamma sincrónicas observadas en la actividad EEG también mostraría un aumento de biofotones en las ECM. Precisamente, en las experiencias cercanas a la muerte, las evocaciones visuales de luces subjetivas no relacionadas con la excitación mecánica o eléctrica del sistema visual, se asocia con las oscilaciones gamma, además, durante las ECM la corteza visual muestra mayor actividad. Es decir, las experiencias visuales biofísicas especialmente en las experiencias cercanas a la muerte, pero también con los estados ordinarios de conciencia, devienen como señales biofotónicas por sobrestimulación, fosfenos.

Análisis de campo oscuro y fosfenos

Finalmente, las experiencias cercanas a la muerte producen fosfenos y estos soportan un cine interior en el que se desarrollan escenas transcendentes para el sujeto que ha vivido dichas experiencias. Entonces, seria razonable pensar que el camino puede realizarse a la inversa, es decir, que la inducción de fosfenos por estimulación lumínica podría dar lugar a las visiones biofísicas que relatan las personas que han pasado por dichas experiencias cercanas a la muerte.

En los cursos avanzados de Dr. Lefebure Methods, son frecuentes descripciones muy similares a las expresadas por los protagonistas de las ECM. Por ejemplo, la experiencia del túnel al final del cual se observa una fuerte luz son muy habituales. Además, las referencias a paisajes extremadamente luminosos, luces muy brillantes, y la comunicación con seres que parecen ofrecer informaciones importantes para el sujeto son recurrentes.

Es más, en dichos cursos, está siempre presente una vibración rápida del pensamiento asociada al fosfeno. Eso me recuerda a Georges Lakhovsky (1870-1942) autor del libro El secreto de la vida: electricidad y radiación en tu cuerpo (1929). Fundamentalmente, Lakhovsky afirmaba que los seres vivos reciben y emiten radiaciones, es decir, todas las células tienen una vibración natural que, si se ve alterada, las hace enfermar. El concepto de resonancia celular armónica con las radiaciones del espacio, de la tierra, del sol, etcétera, es también clave es su trabajo. Lakhovsky estableció una relación causal entre el desequilibrio celular por cualquier cambio de frecuencia con la enfermedad, y viceversa la restitución de la frecuencia celular adecuada devolvería a las células al equilibrio y con él a la salud. De hecho, Lakhovsky creó el MWO, Multi Waves Oscillator, capaz de generar emisiones de alta frecuencia, que Tesla bautizó como efluvios de Lakhovsk, en un espectro muy amplio.

En conclusión, crear un fosfeno mediante una fuente de luz adecuada para generar una imagen biofísica interior, que el Dr. Lefebure relacionaba con una estimulación cognitiva y con un campo sutil, probablemente sea un modo coherente, estructurado y relativamente fácil, de acceder a la profundidad de las experiencias cercanas a la muerte, sin tener que encontrarse en una situación límite. De hecho, es mediante el fosfeno y la vibración como todas las culturas han reproducido esas experiencias.

Así como la conciencia nirvánica se relaciona con la luz y fundirse con ella es una experiencia cumbre, en el momento de la muerte la reabsorción que un moribundo experimenta en el bardo tibetano, el interludio entre existencias, tiene como final también una luz deslumbrante, llamada verdad pura en el Libro Tibetano de los muertos, la luz esencial de los budas. Aunque, las luces impuras atraerán de nuevo al agonizante a la tierra, en un proceso sempiterno de eterno retorno, hasta que, por fin, en uno de los encuentros salve el terror a la luz gloriosa y deslumbradora. En Tibetian Yoga and Secret, Doctrine, corregido y editado por W. Y. Evans-Wentz, curiosamente, se dice que después del sexto día el difunto, tras luces blancas y azules, ve una luz amarilla, una roja y una verde, luego todas juntas. Digo curiosamente porque son los colores del fosfeno, será, seguramente, casualidad…

Experiencias cercanas a la muerte(c)Francesc Celma i Girón Safe Creative #2004293815592

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